En una entrevista reciente con la agencia AP, el mandatario estadounidense constantemente “deja de lado respuestas sobre políticas y programas y se enfoca en obsesiones e inseguridades que parecen consumir toda su atención”. Dicha pieza periodística sirvió como base para un análisis del columnista de Slate Jamelle Bouie.

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Bouie agrega que una de las razones por las cuales el presidente raras veces contesta lo que se le pregunta y se enfoca en presuntas persecuciones por parte del partido demócrata podría ser que desde ya el magnate está preocupado por perder su reelección, en 4 años.

El discurso de Trump siempre está lleno de expresiones como “es injusto”, “noticias falsas” y “la culpa es de los medios”, lo que desnuda su falta de seguridad, diferente de un mandatario como Obama a quien, recuerda Slate, le decían cariñosamente “No Drama Obama”, por su calma y frialdad para tratar los asuntos de Estado.

Otro de los comentarios que lo ponen en evidencia como un inseguro es cuando dice que los 100 días en el poder son una barrera sicológica que le están imponiendo para ver resultados, al tiempo que asegura que ha cumplido con casi todo lo que prometió en su campaña.

Y para darse ánimos, el autor de la nota destaca que Trump siempre acude a decir que él es el inquilino de la Casa Blanca, como cuando uno no cree en algo y debe repetírselo en la mente hasta el cansancio.

Finalmente, la columna de Slate dice que no hay que demonizar que el presidente sea inseguro, pero plantea estos interrogantes: ¿Qué sucede cuando un presidente inseguro no puede mover su agenda en el Congreso? ¿Qué pasa si sus planes no se dan? ¿Qué hará para demostrar que no es un perdedor?

Y en el último interrogante, el columnista advierte sobre el peligro que eso representa, más cuando el hombre a cargo de pulsar el botón rojo cree que está en un concurso para demostrar quién es el más fuerte, con contrincantes en Afganistán, Siria y, por supuesto, Corea del Norte.

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