Esas fueron apenas algunas de sus consignas electorales que lograron mover una parte importante (aunque no suficiente) de los votos franceses.

Le Pen, hija y heredera política del líder derechista Jean-Marie Le Pen, defendió con agresividad la necesidad de proteger el empleo de los franceses, detener la ola de inmigrantes, especialmente de Siria o que profesaran el islam, e incrementar el sentir nacionalista mediante un discurso encendido que interesó más a la clase obrera y popular.

“En el fondo, si tuviera que definirme, creo que contestaría simplemente que soy intensa, orgullosa, fiel, evidentemente francesa. Tomo los insultos a Francia como si fueran contra mí directamente”, explicaba en un videoclip de campaña.

Un camino que, según los analistas políticos, la acercaba más al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que a la vertiente de centro izquierda que ha gobernado a Francia desde hace más de una década.

Su credo: medidas para reducir el flujo de inmigrantes a 10.000 al año, crear un impuesto sobre las importaciones, suspender los acuerdos de libre circulación en el seno de la Unión Europea (EU) y expulsar a todos los extranjeros o binacionales sospechosos de radicalización islamista.

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Su discurso inconformista (o antisistema) sobre la situación económica de Francia (sujeta, según ella, a la dictadura de la UE) y que los franceses deberían vigilar más y mejor sus fronteras para detener las amenazas externas del terrorismo internacional, alarmó a sus opositores.

“Para combatir el terrorismo debemos restablecer nuestras fronteras nacionales de inmediato”, había dicho la excandidata del FN, lo que suponía una persecución interna a los inmigrantes que podía extenderse a ciudadanos latinoamericanos, que son lejanos a la crisis en Siria.

La tildaron de xenófoba cuando afirmó: “¡Estamos en nuestra casa!” y muchos temieron que, de haber llegado a la presidencia, habría conducido el voto a favor de la salida de Francia de la Unión Europea, tal como ocurrió con el Reino Unido.

Su relación con la prensa, al igual que ha ocurrido con Trump en los Estados Unidos, se rompió de cabo a rabo llegando, incluso, a imponer la censura a 15 medios de comunicación.

Los diarios Le Monde, Libération y L’Humanité no acudieron a la velada del FN por “solidaridad” con los medios que no obtuvieron acreditación.

Entre los medios que no pudieron entrar al lugar están los portales de información en línea franceses Buzzfeed y Mediapart, así como el canal británico Sky News, el semanario estadounidense The Atlantic y la televisión pública italiana Rai.

Con información de AFP

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