Quienes ofrecieron su testimonio son desertores del condado de Kilju, donde está ubicada la instalación para pruebas nucleares Punggye-ri, desde donde se han llevado a cabo varias pruebas nucleares en los últimos meses, informa Independent.

Ese lugar, según la versión que ofrecieron, se convirtió en una zona inhabitada en la que el 80 % de los árboles plantados muere. Además, de acuerdo con lo que le dijo un pariente a uno de los desertores, hay casos de bebés con deformidades que han nacido en hospitales de la región.

Uno de los testimonio dice:

“Yo hablé por teléfono con miembros de mi familia que dejé allá y me contaron que todos los pozos subterráneos se han secado después del sexto ensayo nuclear”.

Otro de los 21 disidentes que habló y huyó del país en 2010 dijo que vivió cerca del lugar en el que se hicieron 2 pruebas nucleares, una en 2006 y otra en 2009. Aseguró que en ambas ocasiones, el régimen solo les informó a los familiares de militares sobre los planes que había en pie. A los ciudadanos normales no les hizo ninguna advertencia, agrega The Telegraph.

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Otras fuentes anónimas citadas por Independent dicen que, incluso, se les ha prohibido a los residentes del condado de Kilju asistir a citas médicas en hospitales de Pyongyang, la capital del país, desde la más reciente prueba nuclear.

Vale la pena recordar que el último ensayo que hizo Corea del Norte fue en a principios del mes de septiembre. Un mes después se supo que, a raíz de la explosión que hubo en aquella ocasión, se produjo un derrumbe que mató a 200 trabajadores. El régimen desmintió la información.

Sin embargo, varios expertos señalaron que era posible que empezara a haber algún tipo de filtración de material nuclear, cosa que, potencialmente, podría causar daño a la población. De manera que, en caso de que todo lo que dijeron los disidentes anónimos sea cierto, tales temores se podrían haber convertido en realidad.

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