“Yo voté por Chávez antes, pero ya no soy chavista. Ya Chávez se murió y el que está muerto está muerto”, dice el conductor Henry Carrasco, después de depositar su voto en la parroquia caraqueña de Antímano, una de las zonas más emblemáticas del oficialismo donde el entusiasmo por la Revolución parece haberse diluido en los últimos años.

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“Yo quiero que Maduro se vaya, es demasiado embustero y sacó una Constituyente sin consultar con el pueblo. Si se aprueba aquí va a venir más dictadura, una dictadura peor que la de Cuba”, dice Carrasco junto a la fila dinámica y fluida que no deja de renovarse en este lugar que un día adoró al fallecido presidente Hugo Chávez.

Las urnas de cartón están dispuestas en varias mesas delante del Cristo que preside la entrada de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, una de las más antiguas de la capital.

Sergio Toledo, de 49 años, ha venido aquí a votar para acabar con “un sistema” bajo el que aún teniendo un trabajo no tiene dinero para comprar todo lo que le hace falta.

Como la mayoría de gente en Antímano, Toledo creyó en la Revolución y solo dejó de votar por el proyecto político del “comandante” Chávez (1999-2013) cuando los comicios le pillaron de viaje en la isla de Margarita.

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Delante de esta iglesia del casco viejo de Antímano están también Jorge Martínez y su esposa, un matrimonio joven que nunca apoyó al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en el poder desde 1999, pese al fervor generalizado que despertaba en la zona.

“Hay mucha gente descontenta que ha desertado del chavismo o sigue siendo chavista pero no son maduristas”, explica Martínez sobre la evolución del sentimiento popular en el barrio.

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“Ya estamos cansados de este Gobierno que lo que hace es ponerlo a uno en miseria y mientras más trabajas menos tienes. El poder adquisitivo ha caído demasiado en los 18 años que tiene este Gobierno en el país”, dice.

Los organizadores de la votación temen que grupos chavistas armados saboteen la consulta con actos de intimidación y violencia, especialmente en las áreas del oeste de Caracas donde más simpatías tuvo el proyecto socialista de Chávez.

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Pero la jornada transcurría a media mañana sin incidentes, y el único contratiempo en Antímano se produjo cuando la Policía exigió a los voluntarios que montaron las urnas que desalojaran el lugar.

“Nos dijeron que les habían dado la orden y que estábamos aquí de manera ilegal, pero insistimos en que nos quedamos, la gente dijo que no se iba y se acabaron yendo ellos”, cuenta una de las encargadas de la consulta.

A pocos metros del centro histórico de Antímano, ya en la parroquia de Mamera, quienes siguen fieles a Nicolás Maduro formaban fila ante una escuela para entrar a participar en el simulacro de la votación en la que el 30 de julio debe elegirse la Asamblea Nacional Constituyente impulsada por el oficialismo.

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“El salario nos lo han aumentado este año cinco veces. Aquí vivimos en plena libertad y soberanía. Somos chavistas, maduristas y bolivarianos”, reivindica antes de entrar al simulacro Jaime González, que considera “ilegal” y absurdo” el referendo opositor.

Escenas similares se veían en uno de los cuatro centros de votación instalados en el sector Montalbán, una zona de clase media donde la oposición habilitó mesas para que votaran también los vecinos de la popular parroquia de La Vega, donde no se desplegaron mesas por riesgo de ataques de partidarios del Gobierno.

“Este país está en el subsuelo, somos un país tan rico y estamos pasando penurias. Quiero un cambio”, declara en la cola para votar en Montalbán Carlos Izaguirre, que es profesor en La Vega. “Era una zona bastante chavista, pero ahora (el chavismo) tiene menos apoyo”.

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También de La Vega son las hermanas Silvana y Silvania Marrón. “Este Gobierno ha colocado a puras personas que no saben nada, que no han estudiado, ellos son los que trabajan aquí, y los estudiantes tienen que irse fuera para trabajar”, afirma una de las dos jóvenes, que dice haber venido a votar por el futuro de su hijo.

Con EFE

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