Un artículo de The Guardian dedicado al tema explica que el anillo, diseñado por Cartier, está avaluado en 750.000 libras esterlinas, que es casi un millón de dólares y las circunstancias de su desaparición son indeterminadas.

La joya, dice The Guardian, fue donada por un anónimo y permaneció en un sitio del museo donde el público no tenía acceso, es decir que la joya jamás fue exhibida, lo cual genera suspicacias acerca de pudo haber sido un empleado quien lo hurtó.

El medio también señala que puso ser mal manejo de la joya y que en efecto se refundió, pero eso no exime al museo de responsabilidad, más si se tiene en cuenta que es uno de los mejor subsidiados del Reino Unido.

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Chris Marinello, fundador de Art Recovery International, le dijo al diario británico que el hecho debió haberse publicado cuando sucedió, pues ello habría puesto la alerta en el mercado de la compraventa de joyas y hubiera permitido rastrear el anillo.

Una opinión contraria tiene Donna Yates, experta en tráfico y delitos relacionados con el arte de la Universidad de Glasgow, quien asegura que el extravío es algo relativamente normal en una organización del tamaño del British Museum y que no necesariamente obedece a una falla en la seguridad, al tiempo que recuerda que la institución maneja millones de artículos.

Voceros del museo le dijeron al medio que ven muy difícil que se pueda recuperar la joya, pese a que se toman muy en serio la seguridad y le dedican gran parte del presupuesto.

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