Bastante afectada por lo que le ocurrió, la empresaria recordó durante el programa que hace 3 años su cirujana le dijo que le iba a inyectar unas ampollas de vitamina C. En ese momento, Yina confió en la profesional y se sometió al procedimiento que su médica la recomendó.

Ella tuvo una “buena recuperación” y durante dos años no tuvo ningún problema en sus nalgas. Sin embargo, tiempo después, notó una bola en su cola. Como para ese momento su doctora estaba haciendo un curso de actualización en Brasil, acudió a un médico de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica para que la revisara. Él le dijo que esa protuberancia se podía deber al estrés que ella manejaba constantemente.

Si bien quedó más tranquila al escuchar eso, poco después, un sábado, sintió “un escalofrío horrible”, y le dio tos y una fiebre muy alta, tanto así que ni siquiera pudo ir a trabajar. Al otro día, ella amaneció mejor y se fue con su hermana a Monserrate, en Bogotá. Allí le volvieron los escalofríos, la tos y la fiebre. Además, se dio cuenta de que la bola en sus nalgas estaba más grande.

“Cuando yo bajé Monserrate, la fiebre era impresionante, la tosedera… Yo le dije a mi hermana ‘mándele un video a mi cirujano de lo que me está pasando y dígale que yo estoy muy mal'”.

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Al ver ese video, que fue el que Yina subió a Instagram para mostrar cómo le quedaron las nalgas tras inyectarse biopolímeros, el cirujano le dijo que fuera a su hotel-spa para revisarla de inmediato. Cuando llegó, el doctor la puso boca abajo en una camilla, le introdujo una jeringa donde tenía la bola y, al sacarla, salió sangre con aceite. Según la exprotagonista, se veía como cuando se mezcla agua con aceite: están juntos, pero no se mezclan.

El médico le dijo que tenía biopolímeros en su cuerpo y en ese instante ella se enteró de que no había sido vitamina C. Ella no podía creer lo que le decía el cirujano:

“Yo le dije ‘no doctor, si yo ya sufrí por los biopolímeros; una vez me los inyecté yo misma en la cara y yo acepté mi culpa, yo desde ahí no me dejo inyectar nada. […] Es que yo ni siquiera me dejo hacer plasmas porque le tengo miedo a las jeringas en la cara, a las inyecciones. Desde que yo cometí el error del mentón, yo nunca más me volví a aplicar nada, yo aprendí la lección'”.

El cirujano le repitió que, efectivamente, se trataba de biopolímeros y que todo estaba “encapsulado”, por lo que debía hacerle un barrido. Si bien ese día no le pudo hacer el procedimiento, al siguiente abrió la clínica solo para ella.

A continuación puedes ver la entrevista completa a Yina Calderón, quien no podía evitar que se le aguaran los ojos al contar lo que le ocurrió: