Sin embargo, y como parte de los tantos protocolos de la realeza británica, los nuevos esposos no pueden quedarse con ningún artículo por cuestiones de seguridad y para evitar ser explotados, como informa Cosmopolitan.

La publicación señala que los regalos fueron, seguramente, enviados a Meghan y Harry con la esperanza de tener algún tipo de publicidad, y que a la fecha no han parado de llegar obsequios al Palacio de Kensignton.

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Según las pautas oficiales, citada por Daily Star, “los obsequios ofrecidos por personas privadas que viven en el Reino Unido y que no son personalmente conocidos por el miembro de la familia real deben rechazarse cuando exista preocupación sobre la propiedad o los motivos del donante o del regalo en sí”.

La misma situación se dio con la boda del príncipe William y Kate Middleton, quienes, según el mismo medio, tuvieron que devolver regalos que al final sumaron alrededor de 40 millones de dólares.