Sergio Betanzos, un asesor de seguros, recibió cientos de llamadas durante el fin de semana posterior al sismo que golpeó a Ciudad de México, en su mayoría de personas preocupadas por no haber asegurado su propiedad o que buscaban una forma sencilla de hacerlo.

En una de esas conversaciones, Betanzos preguntó a una persona si tenía un seguro para su vivienda. Le respondió que no lo tenía porque daba prioridad a un seguro de gastos médicos. “¿Con quién tienes el seguro de gastos médicos?”, preguntó el asesor. “No lo tengo pero lo estoy pensando”, fue la respuesta.

“Esa es la realidad, pensamos en adquirir un seguro en el momento en que tenemos la emergencia”, dice Betanzos, de 63 años.

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Sus palabras coinciden con las de otros integrantes del sector de seguros, quienes señalan que los mexicanos no están acostumbrados a asegurar sus propiedades ante posibles daños como el sismo que dejó más de 320 muertos principalmente en la capital mexicana.

En una primera reacción tras el temblor, el sector asegurador abrió líneas de emergencia para atender solicitudes y dijo contar con reservas por más de un billón de pesos (cerca de 55.200 millones de dólares) para los daños tanto en vehículos como en edificios.

Sin embargo, muchas personas no podrán llamar a esas líneas. Un ama de casa de 60 años que fue desalojada de su vivienda por riesgo de derrumbe y quien evitó dar su nombre, admite: “No, no tengo seguro”, mientras espera que peritos especializados revisen su edificio.

No es la única. Cifras de la industria señalan que en México solo el 5% de las viviendas cuentan con un seguro de daños, mientras que el 31% de la población del país está expuesta a fenómenos como terremotos, huracanes y erupciones volcánicas.

“Que la gente pueda visualizar el daño a un bien inmueble, que es un daño catastrófico, y que son incendios, terremotos, huracanes, lo tienen en último término de su prioridad”, dijo a la AFP Saúl Montaño, un asesor de seguros de 40 años.

Experiencias amargas

Otros fenómenos ya han dejado experiencias duras en la población y han obligado a indemnizaciones millonarias.

Luego del sismo de 1985, que golpeó a Ciudad de México y mató a más de 10.000 personas, las aseguradoras pagaron daños por 34.264 millones de dólares, mientras que por el huracán Wilma, que azotó a la península de Yucatán en 2005, pagaron 2.600 millones de dólares.

Tras esos desastres, muchas personas buscaron asegurarse, aunque el interés decayó con el paso de los años.

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“Después del huracán Wilma hubo un repunte al principio de gente que tenía conciencia de lo que había sucedido”, dijo Luis Álvarez, miembro de la Amis, la principal asociación de aseguradores en el país.

“Después de que ven lo que les puede pasar, la gente  busca protegerse y después de 4 o 5 años esa conciencia vuelve a caer”, agregó.

El sector dice que tomará un tiempo tener un estimado del total de los daños en Ciudad de México y el resto del país.

Recursos del gobierno

El gobierno mexicano tiene alrededor de 9.000 millones de pesos (cerca de 500 millones de dólares) de un fondo de desastres creado originalmente en 1996 para atender la reconstrucción.

Para 2018 espera que se asignen otros 6.000 millones de pesos a ese fondo (unos 331 millones de dólares), según el Ministerio de Hacienda.

Se “cuenta con los recursos presupuestales suficientes para atender la emergencia”, dijo Hacienda en un comunicado.

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Sin embargo, parte de estos recursos deben ir primero a la gente en pobreza patrimonial, esto es, a quienes tienen mayor necesidad.

Las más afectadas serían familias de clase media cuyos hogares, sobre todo departamentos, son su único patrimonio.

AFP

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