Se trata de Khalil Rafati, un norteamericano que ahora tiene 47 años y representa una historia reveladora de superación personal que fue dada a conocer por BBC Mundo.

Rafati soñaba con ser actor y por eso, cuando tenía 21 años, viajó desde su natal Ohio para radicarse en Los Ángeles. Las cosas no se le dieron en la actuación y empezó a llevar una vida en la que las drogas eran las protagonistas: se hizo adicto a la heroína y el ‘crack’, a tal punto que llegó a vivir en la indigencia por las calles de esa ciudad.

Sin embargo, el punto de inflexión en la vida de Rafati llegó cuando casi muere a los 33 años por la que fue su novena sobredosis de heroína. Se salvó de milagro, entró en razón, decidió internarse en un centro de rehabilitación por cuatro meses y ese tiempo le bastó para superar totalmente sus adicciones.

A partir de ese momento empezó el renacer en su vida. Rafati se dedicó a trabajar y llegó a tener varios empleos al mismo tiempo. Trabajaba los siete días de las semana, cada uno durante 16 horas repartidas en dos centros de rehabilitación en Malibú, un lavadero de carros, como jardinero y paseador de perros.

“No me considero superinteligente, pero tengo apetito por la vida y me lanzo de lleno a algo cuando me propongo hacerlo”, le contó Rafati a BBC Mundo. Seguramente ese apetito de revancha con la vida lo llevó a ahorrar todo el dinero que pudiera para convertirse en un emprendedor.

En 2007, con sus ahorros, Rafati arrendó una casa para abrir su propio centro de rehabilitación en el que le cobraba a los internos 10.000 dólares la mensualidad. Desde allí, sus jugos se empezaron a hacerse famosos entre los internos y sus amigos. Rafati llamó a uno de esos jugos el ‘Wolverine’, compuesto por banano, polvo de maca, jalea real y polen.

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Desde que superó la adicción, la vida de Rafati se convirtió en una cadena de éxitos. En 2011, fundó Sunlife Organics, una empresa dedicada a la industria de la alimentación saludable y ha obtenido sendas ganancias.

Sus ventas anuales superan los 6 millones de dólares sumando las seis sucursales que tiene, locales que combinan un café tradicional con un bar de jugos. Su empresa tiene más de 200 empleados y además de vender jugos también comercia con alimentos y ropa deportiva.

El éxito de Sunlife Organics es tal, que ahora Rafati tiene planes de expandirse en otros 16 estados de Estados Unidos y en Japón.

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