Según el académico, los agentes turísticos y vendedores de tiquetes aéreos, así como proveedores de seguros y hospedajes, que se quedan con 70 % de los ingresos por turismo no son de la región, cita la agencia de noticias del centro académico.

Además, “otro 19 % queda en manos de agentes urbanos”, añade el medio universitario.

En contraste, las comunidades indígenas que hacen recorridos y excursiones y administran el transporte de la zona solo se quedan con el 11 %.

“A pesar de que en la región, especialmente en Leticia y el sur del Trapecio amazónico, se plantea que el turismo es la mejor alternativa para el desarrollo de la región, si este no se contrasta con el liderazgo y la atención de las instituciones públicas locales, se queda corto”, explica el docente, de acuerdo con la agencia de noticias.

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Ochoa precisa que este problema empezó a agravarse después de 2005, sobre todo en el Parque Nacional Amacayu, creado en 1975. En ese año, según él, se otorgó una concesión a hoteles Decameron y a Aviatur, y desde ese momento el concepto de turismo en el parque cambió: pasó de enfocarse en la conservación a atender visitas masivas.

Y todo eso pasó a pesar de los esfuerzos por conservar el sitio: “El turismo en el Parque se inició en 1985. Para la construcción y conservación de las 293.500 hectáreas que lo componen, los funcionaros del lugar y las comunidades indígenas venían trabajando desde 1985 en planes de manejo y alternativas productivas como el ecoturismo, y encontraron un lenguaje común”, dice el académico.

Pero, al parecer, ese lenguaje común se perdió porque, después de la concesión de 2005 pues, por ejemplo, los trabajadores de Amacayu “tuvieron que convertirse en mediadores entre el concesionario y las comunidades indígenas”.

¿La solución? Según Ochoa, se podría empezar por detener el turismo en masa y adelantar iniciativas para conservar la cultura, cita Unimedios.

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