Sin las capacidades de producir por sí mismos mascarillas en número suficiente, muchas naciones occidentales buscan comprar millones de cubrebocas, principalmente en Asia. Y también apelan a prácticas non sanctas.

Según funcionarios franceses, un cargamento entero de mascarillas que estaba a punto de despegar rumbo a Francia fue comprado en efectivo y a mayor precio por compradores estadounidenses, en la pista de un aeropuerto en China, recientemente.

“Los americanos nos arrebataron un cargamento”, aseguró Valérie Pécresse, la presidenta de la región parisina, la más poblada de Francia.

Lee También

El gobierno negó el jueves las acusaciones, pero los compradores podrían ser responsables privados o Estados federados.

“Competencia aterradora”

El fenómeno es mundial. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, pidió el jueves a los funcionarios de su país que investiguen reclamos similares de que se estaban desviando mascarillas de su país.

“Los mercados de suministro para el coronavirus están colapsando”, señaló el profesor Christopher R. Yukins de la Universidad de Washington en una videoconferencia el jueves.

“Los Estados están en competencia entre sí para acceder a recursos”, explicó el investigador Jean-Sylvestre Mongrenier del instituto franco-belga Thomas More. “Es desagradable pero no significa un estallido de las hostilidades”, estimó.

El diputado ucraniano Andrii Motovylovet, que viajó a China en marzo para acompañar un cargamento médico, contó en Facebook que fue testigo de una “competencia aterradora por equipo médico”.

“Nuestros cónsules que van a las fábricas chinas se encontraron con colegas de otros países que querían arrebatarnos nuestros pedidos. Pagamos nuestros pedidos por adelantado mediante transferencia bancaria y tenemos contratos firmados. Pero ellos tenían más dinero en efectivo. Cada cargamento es una lucha”.

En China, pocos fabricantes tienen permisos para exportar. Los que no tienen, deben pasar por empresas comerciales si quieren exportar. De ahí la existencia de muchos intermediarios.

En esta lucha despiadada, algunos países han desplegado a sus servicios secretos. Según el diario francés Le Figaro, el Mosad israelí llevó a cabo en marzo un operativo clandestino para hacerse con kits de detección del virus en un país que no fue identificado.

“Es un tiempo de negociaciones directas (…) que a menudo están acompañadas de favoritismo, malversación y sobrefacturación”, escribió en una columna en el periódico francés Le Monde Laurence Folliot Lalliot, profesora de derecho público.

Pago en efectivo

Y en este contexto el pago en efectivo hace milagros.

“Los estadounidenses pagan en efectivo y sin ver [el cargamento], por supuesto que puede ser más atractivo para algunos que solo quieren hacer negocios”, estimó Valérie Pécresse.

El ex primer ministro eslovaco, Peter Pellegrini, dijo a la televisión TA3 el 15 de marzo que su país había reservado millones de mascarillas en Ucrania, que debían pagarse en efectivo. “Estábamos preparando una maleta con 1,2 millones de euros. Tuvimos que usar un vuelo especial del gobierno para recogerlas. Pero un intermediario alemán llegó antes, nos superó en la oferta y se las llevó”.

También hay tensiones entre países aliados, miembros de la Unión Europea.

Según la revista francesa l’Express, Francia requisó el 5 de marzo en su territorio cubrebocas de la compañía sueca Mölnlycke, que estaban destinados a España e Italia, los dos países europeos más golpeados por el coronavirus.

República Checa incautó también mascarillas que debían ir a Italia. Las autoridades de Praga dijeron que la incautación se decidió “sobre la base de la sospecha de comportamiento fraudulento y actividades delictivas”, pero se comprometieron a enviar material equivalente a Italia “lo antes posible”, según la embajada checa en París.