Generalmente, una vez terminan el líquido que llevan en sus cantimploras, conocidas como caramañolas, los ciclistas botan estas a los lados de la carretera para que no le estorben a ninguno de sus compañeros y después sean recogidas por su equipo o la organización.

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Haciendo esta acción fue que Nairo tuvo el pequeño percance, cuándo aún faltaban 79 kilómetros para la meta.

A todos los aficionados les pasó un escalofrío al ver estas imágenes, aunque el alma les volvió rápidamente al cuerpo al cerciorarse que todo fue solucionado de inmediato:

 

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