El espectador grita todo tipo de groserías y vulgaridades mientras sostiene precariamente con el brazo izquierdo a un pequeño infante que va con él.

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Lo paradójico es que utiliza su otra mano para gesticular y enfatizar sus insultos en lugar de sostener mejor al niño, el cual debe escuchar la ola de improperios que salen de la boca de su energúmeno acompañante.

En video, la lamentable escena: