Los estadios de Sochi, Kazán, San Petersburgo y el Spartak Stadium de Moscú son los que ya se pueden utilizar y su primera prueba de fuego será la Copa Confederaciones a realizarse entre el 17 de junio y el 2 de julio.

En especial hay incertidumbre con el comportamiento del estadio de San Petersburgo, pues sus obras duraron 10 años, el presupuesto se salió de control y recientemente el césped tuvo que ser cambiado.

Además, las estaciones de metro que deben llevar a los espectadores a este estadio de 68.000 plazas, no están aún terminadas.

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Las obras de los otros ocho estadios del Mundial, que deben ser finalizados en el último trimestre de 2017, están en los plazos previstos… salvo el de Samara, en el que el primer ministro Dmitri Medvedev admitió en abril que el recinto no estará acabado antes de 2018 pese a la movilización de 2.000 obreros. Pero aseguró que este retraso no tendrá consecuencias graves.

Rusia tampoco se ha librado de las críticas por las condiciones laborales de los obreros que trabajan en la construcción de los estadios y la propia Fifa admitió haber descubierto a trabajadores ilegales norcoreanos en las obras de San Petersburgo, provocando el enfado de las federaciones escandinavas de fútbol.

Interrogado por la AFP, Alexei Sorokin admitió que se emplearon a norcoreanos, pero que “sus condiciones de trabajo no eran muy diferentes a las de los otros obreros”.

A los problemas de infraestructura se unen las preocupaciones por la seguridad que habrá en el evento, máxime cuando en Europa se han multiplicado los ataques terroristas.

Solo tres millones de turistas extranjeros visitan de media Rusia cada año. Los responsables esperan que aumenten en un millón durante el Mundial. Esta estimación no ha variado desde que Rusia obtuvo en 2010 la organización del acontecimiento.

Pero desde entonces el contexto ha cambiado y podría jugar en contra de estas previsiones: la amenaza terrorista, las relaciones complicadas entre Moscú y las potencias occidentales sobre el fondo de la crisis en Ucrania y la guerra en Siria.

Otro tema caliente es la violencia de los ultras rusos, después de que hace un año sus enfrentamientos contra los ‘hooligans’ ingleses marcaran el duelo entre ambas selecciones en la Eurocopa 2016 de Francia.

Desde hace un año Vladimir Putin ha aprobado varias leyes para endurecer las medidas de seguridad e introdujo una lista negra de ultras que tienen prohibido acudir a los estadios, además de otra relación de ‘hooligans’ condenados en el extranjero que no pueden entrar en el país.

Con AFP y EFE.

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