El cáncer de tiroides es la cuarta causa de cáncer entre las mujeres, precedido del cáncer de piel, mama, y de cuello uterino. Si se detecta y se combate a tiempo, la esperanza de vida a los 10 años del diagnóstico es del 100 %, por eso es fundamental un dictamen y tratamiento temprano, señala un comunicado oficial del proyecto Globocan, de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, de la Organización Mundial de la Salud.

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La tiroides es una glándula que tiene forma de mariposa y está ubicada en la parte delantera del cuello. Es la encargada de producir la hormona tiroidea, sustancia fundamental para el funcionamiento del cuerpo y el metabolismo, ya que regula, entre otros, la frecuencia cardiaca, el funcionamiento del cerebro y los músculos, y la temperatura corporal. Pero como casi todos los órganos, tejidos o glándulas del cuerpo, la tiroides también tiene riesgo de verse afectada por un cáncer, que puede manifestarse con los siguientes síntomas:

  • Bulto o masa en el cuello
  • Ganglios linfáticos del cuello inflamados
  • Ronquera o cambios en la voz que persisten
  • Dificultad para tragar
  • Dolor en la garganta, cuello, oído o mandíbula
  • Tos constante que no es consecuencia de un resfriado

De acuerdo con Felipe Fierro, médico endocrinólogo y jefe de departamento del Instituto Nacional de Cancerología, “según datos de Globocan 2012, para la población de Colombia, en ese año se registraron 2.697 casos nuevos y el cáncer de tiroides fue el sexto cáncer más frecuente entre todos los casos nuevos de cáncer atendidos en Instituto Nacional de Cancerología en el 2013.”

Mujeres: blanco principal

De acuerdo con la Sociedad Americana Contra el Cáncer, 3 de cada 4 personas diagnosticadas con cáncer de tiroides son mujeres y el 60% de los casos se diagnostican en personas menores de 55 años, plena edad productiva.  “Según los datos del Anuario estadístico del Instituto Nacional de Cancerología, en el año 2013, el cáncer de tiroides fue la cuarta causa de cáncer entre las mujeres atendidas en el Instituto, precedido del cáncer de piel, mama, y de cuello uterino”, afirmó el Doctor Felipe Fierro.

Diagnóstico y tratamiento tempranos: la clave

Información de la Asociación Americana de la Tiroides señala que la mayoría de estos cánceres pueden ser curados con facilidad si son diagnosticados en sus primeras fases. Esta institución califica el pronóstico del cáncer de tiroides como excelente: “La sobrevida a los 10 años de dichos pacientes es del 100 % y la muerte por cáncer de tiroides en cualquier momento es extremadamente rara”.

Sin embargo, en algunos casos “este cáncer puede manifestarse solo como una masa o nódulo palpable en el cuello, sin ningún otro síntoma”, como explica el Doctor Felipe Fierro. También es posible que la producción y funcionamiento de la hormona tiroidea mantenga sus niveles normales.

A diferencia de otros cánceres, los cánceres de tiroides más comunes crecen de forma tan lenta que pueden transcurrir años sin que se noten variaciones apreciables en su tamaño. Esta particularidad, sumada a la falta de información, hace que muchos pacientes se confíen y consulten cuando el cáncer ya está más avanzado y el tratamiento no resulta tan exitoso.

Factores de riesgo que aumentan la probabilidad de cáncer de tiroides:

  • Antecedentes familiares
  • Condiciones genéticas particulares
  • Alimentación baja en yodo
  • Exposición a la radiación por razones laborales, como tratamiento para otras afecciones o por eventos como accidentes nucleares, con más riesgo si fue durante la infancia
  • Antecedentes de bocio
  • Obesidad

La recomendación de los profesionales es que las personas se examinen su cuello dos veces al año para buscar y palpar cualquier crecimiento o protuberancia. También debería conversar con su médico general sobre la posibilidad de que él le realice un examen de rutina anual, con más razón si usted tiene factores de riesgo. Una sospecha puede confirmarse por medio de ecografía o biopsia. Las opciones de tratamiento, según el tipo de cáncer y el estado en el que se detecte, incluyen radioterapia, quimioterapia, cirugía y terapia con hormona tiroidea.