En los últimos años se registra una tendencia hacia la reducción del número de adolescentes que tienen algún tipo de relación con las drogas y el alcohol.

Los investigadores atribuyen esta baja a las campañas educativas para la prevención de la drogadicción y el consumo de tabaco, pero recientemente se han asociado otros factores como la posible influencia de la estimulación que sobre ellos ejercen los dispositivos digitales, según publica el diario The New York Times.

De acuerdo con este medio, los investigadores creen que la fuerte atracción que ejercen los dispositivos digitales sobre los jóvenes podría ayudar a alejarlos de las drogas.

La hipótesis que investigan, señala este medio, es la correlación que existe entre el periodo de auge de los teléfonos inteligentes y las tabletas, y la reducción del consumo de drogas entre los adolescentes.

Una de las hipótesis que analizan los expertos es que estos aparatos generan algunas de las sensaciones que también pueden mostrar las drogas, como la búsqueda de nuevas experiencias y la independencia.

De otro lado, también se evalúa la posibilidad de que el tiempo que destinan a la tecnología es la razón para estar lejos de las drogas.

Uno de los datos que cita el medio de un observatorio que monitorea el consumo de sustancias prohibidas indica que el uso de la marihuana está en su nivel más bajo en 40 años, a pesar de la aceptación social.

De la misma manera, otras drogas registran retrocesos en el consumo, como la cocaína, los alucinógenos, el éxtasis y el crack.

El ‘New York Times’ cita a la investigadora Nora Volkow, directora del Instituto Nacional contra el Abuso de las Drogas, quien señala que hay evidencias sobre el efecto que la tecnología produce en los jóvenes.

A los muchachos, los celulares les aportan el mismo efecto que produce la dopamina, la sustancia que genera una sensación de placer y satisfacción en la persona, explica David Greenfield, profesor de siquiatría de la universidad de Connecticut.

El abuso de la tecnología, en todo caso, es motivo de preocupación entre los investigadores porque el gusto extremo por los juegos electrónicos se considera como otra adicción.

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