En una visita a la casa de su padres, Michael, de 28 años, fue recibido efusivamente, como de costumbre, por Mickey, la mascota de su papá. El perro golpeó sus genitales, sin embargo, no sintió dolor, algo que le llamó bastante la atención, contó a la cadena de televisión CBS Denver.

“Saltó hacia mi desde el lado derecho y no sentí ningún dolor… pensé ‘eso debería haber dolido’. No sentí nada”.

El hecho inquietó al joven, que no dudó en ir al médico para realizarse un chequeo. Pocos días después recibió la noticia de que tenía un tumor maligno en sus testículos. “No lloré, no me reí, no reaccioné de manera exagerada. Me sentí estupefacto. Nunca pensé que algo así sucedería”, relató.

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Además explicó que tener cáncer de testículos fue algo bueno en medio de todo, ya que si hubiera sido en otro órgano, probablemente se hubiera enterado demasiado tarde.

Michael se preparaba para una cirugía con la que los médicos removerían el tumor, pero lastimosamente el cáncer ya se había propagado a sus pulmones, por lo que tuvo que someterse a un tratamiento de quimioterapia.

“Alguien me cuida a través del perro. Siento que todo se pone en su lugar para protegerme”.

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