El programa Los Informantes conoció el caso de estas dos jóvenes que han tenido que vivir casi aisladas del resto del mundo por culpa de la discriminación social y de su extraña enfermedad.

Las dos padecen de una inusual mutación genética por falta de una hormona llamada leptina, que regula el peso corporal. Esta deficiencia genera en ellas un fenómeno conocido como obesidad mórbida.

Por cada millón de habitantes hay 3 que sufren de esta compleja enfermedad que para tratarla se requiere aplicar la leptina en el cuerpo de los pacientes. Solo que el costo de la hormona sobrepasa la capacidad de cualquier colombiano con recursos: 200 millones de pesos mensuales.

Según el informe que presentó el periodista Héctor Córdoba, las dos hermanas viven con la angustia de que su enfermedad les provocará la muerte en cualquier momento, mientras tanto ellas se aferran a las ganas de vivir y conocer el mundo más allá de casa campesina en la que viven y trabajan.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que cada año mueren cerca de 2,8 millones de personas por culpa de la obesidad y el sobrepeso.

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“Podemos hacer todos los tratamientos que hay en el mundo, pero si no tenemos la leptina ninguno de esos tratamientos nos va a hacer efecto”, aseguró Sandra que también denunció haber sido víctima de acoso sicológico en la escuela.

“Me decían: ahí va la ballena, que siempre va llena”, recuerda.

El aislamiento terminó por confinarla a ella y a su hermana en la casa de sus padres haciendo los quehaceres propios del campo y soñando con tener una vida tan normal como la de cualquier otra mujer a su edad.

Comen como pajaritos. Hace más de 4 años que no degustan una papa o saborean un plato típico de su tierra (Boyacá) porque se exponen a situaciones que ponen en riesgo su vida.

“A veces me traumatizo demasiado y me da miedo de que algún día deje de respirar, o me pueda dar un ataque cardiaco, o un derrame cerebral… yo no me quiero morir, yo quiero seguir viviendo”, apuntó Sandra Sánchez al programa periodístico.

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