Durante el estudio, Reynolds hizo que cada persona calificara su atractivo físico, qué tan cómodos se sentían con su rostro y cuerpo, para evaluar su autoestima y comodidad dentro de la relación.

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Las mujeres que tenían una pareja más atractiva tendían a ser inseguras y vivir en una constante preocupación de lucir más bellas; buscaban perder peso, lucir más guapas, empezar una dieta y hasta realizar alguna actividad física.

Mientras que aquellas que se consideraban más bellas que su esposo, no se preocupaban en lo más mínimo, ya que no necesitaban competir con nadie más, se sentían felices consigo mismas y en vez de pensar en su cuidado personal, se enfocaban en disfrutar a su pareja.

Por estas razones, Reynolds concluyó que cuando una mujer tiene una pareja muy atractiva esto es un factor psicológicamente negativo para ella, pues busca siempre estar a la altura de la otra persona sin que importe su propia percepción.

Además, si la mujer es más bella que el hombre, las relaciones suelen ser más solidas y las muestras de amor mayores.