Según el documento publicado por Applied and Environmental Microbiology, cuando una persona descarga el inodoro, y este no está cerrado, existe la posibilidad de que del retrete salgan disparados diminutos pedazos de bacterias y excremento.

Debido a que los secadores aspiran el aire del baño, esos pequeños trozos de materia fecal llegan al interior de los aparatos y, cuando estos se prenden, los pedazos de excremento salen expulsados hacia sus manos a gran velocidad.

Además, “dentro de un edificio de gran tamaño, las bacterias potencialmente patógenas, incluidas las esporas bacterianas, pueden viajar de una habitación a otra”, escribieron los autores de la investigación.

“Los secadores de manos podrían ser la manera en la que se esparcen por todo el lugar”, agregaron.

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Pero el director del estudio, Peter Setlow, explicó que, al menos que tenga un débil sistema inmunológico, una persona puede tolerar el promedio de bacterias presentes en un baño público.

Según La Vanguardia de México, Setlow afirmó que prefiere usar toallas de papel, pero no existe un estudio que pueda determinar con exactitud que estas sean un método más higiénico.