Eva Millet, autora del llibro ‘Hiperpaternidad’, cuenta que hay niños que cuando se caen se quedan en el piso esperando que sus padres los levanten. Que hay papás que llevan el maletín de sus hijos hasta la entrada del colegio y que les hacen las tareas.

De acuerdo con El Mundo, este tipo de comportamientos y exceso de complacencia están creando niños demasiado ‘blanditos’ que en el futuro podrían convertirse en adultos débiles de carácter.

Según este medio, la sociedad atraviesa una fase en la que los padres, antes de exigir a sus hijos que se superen, les buscan soluciones a sus problemas y los dejan llenos de vacíos.

“Tuve un alumno de 19 años que se puso a llorar porque lo suspendí de un examen”, comentó Elvira Roca profesora de un instituto. “Le dije que no hiciera un espectáculo. Vino su mamá a verme y me dijo que yo había humillado a su hijo. Le dije que ella era quien lo humillaba a él”, explicó.

De igual manera, Nicky Morgan, exministra británica de educación afirmó que “los rasgos del carácter son esas cualidades que nos engrandecen como personas: la resistencia, la habilidad para trabajar con otros, enseñar humildad mientras se disfruta del éxito y capacidad de recuperación en el fracaso”. Por eso, la formación del carácter debe ser clave en el proceso de crianza.

Alfonso Aguiló, autor del libro ‘Educar el carácter, asegura que definitivamente sí tenemos una generación de niños blanditos, pero para él es algo que no debería escandalizar: “son ciclos normales del desarrollo de una sociedad. Cuando una familia quiere que sus hijos no pasen las dificultades por las que sí pasaron ellos, la sociedad se vuelve más cómoda, blanda y menos esforzada”.

El autor concluye que la educación del carácter no tiene nada que ver con el nivel económico de las familias, pero sí con su nivel cultural. “Conocí madres que limpiaban escaleras para que sus hijos tuvieran zapatos de marca y a gente de dinero que también los mimaba mucho”, aseguró Aguiló.

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