Se trata de una costumbre cristiana que se celebra la primera semana de junio y cada 10 de enero, coincidiendo con la celebración de San Gonzalo (oficialmente no es santo), patrón del pueblo, informó PlayGround.

Las calles se llenan de grandes miembros comestibles, hechos de harina y azúcar, que pueden medir hasta un metro de largo.

Además de funcionar como método de conquista, estos pasteles sirven de ofrenda a San Gonzalo, que normalmente es invocado como casamentero de ‘solteronas’ y para casos de infertilidad.

La leyenda cuenta que Gonzalo de Amarante nació en el año 1186, en Tagilde, Portugal, y murió el 10 de enero del año 1260.

Perteneció a una familia noble y desde muy pequeño se sintió atraído por la religión. Se dice que San Gonzalo ayudaba a casar parejas que la Iglesia rechazaba porque habían vivido juntas antes.

En 1926 el dictador Antonio de Oliveira Salazar prohibió la tradición por ir en contra de la moral pública, sin embargo, los habitantes de Amaranto siguieron fabricándolos y regalándolos a escondidas.

En 1947 cayó la dictadura y, desde entonces, los penes azucarados volvieron a ser la imagen del pueblo.

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