Por años, los científicos se han preguntado si la misofonía se trata o no de un verdadero padecimiento médico, sin embargo, nuevas investigaciones realizadas por la Universidad de Newcastle en Reino Unido demuestran que a diferencia de quienes no la padecen, los cerebros de aquellas personas con misofonía tienen diferencias en el lóbulo frontal, señala la revista Time.

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El reporte de la investigación indica que las personas con esta condición presentan una anormalidad en su mecanismo de control emocional que hace que sus cerebros reaccionen de manera desmesurada ante sonidos ‘desencadenantes’, como el goteo del agua, masticación, explosión de una bomba de chicle o sonidos repetitivos como el golpeteo de un lápiz contra una mesa, etc. En casos extremos, las personas pueden presentar una aceleración del ritmo cardiaco y sudor.

Para llegar a dicha conclusión, los investigadores midieron la actividad cerebral de personas con y sin misofonía mientras escuchaban diferentes tipos de sonidos categorizados en neutrales (lluvia, agua hirviendo, multitud), molestos (llanto de bebé, persona gritando) y desencadenantes (sonidos de respiración o masticación).

Aquellos pacientes con misofonía presentaron resultados completamente diferentes a quienes no padecen la condición, lo que sorprendió a algunos expertos, pues por primera vez se demostró la diferencia de la estructura y funcionamiento de los cerebros de personas con misofonía.

El descubrimiento podría convencer a la comunidad médica de que en verdad se trata de un desorden genuino. “Yo era parte de la comunidad escéptica hasta que vi a los pacientes en la clínica y comprendí lo sorprendentemente similares que son sus características”, expresó Tim Griffiths, profesor de neurología cognitiva de la universidad.

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