Ellos son los doctores Rodrigo Soto, Jennifer Gaona y Juan Carlos Zambrano, quienes importaron desde Viena (Austria) un método para cultivar células y crear membranas de piel usando la sangre y un cultivo celular del propio paciente.

El programa Los Informantes los contactó para conocer cómo es que este método ha logrado recuperar a personas que han perdido una parte de su piel por contacto con ácido, quemaduras o cirugías mal hechas.

En 2005 hago una visita a la unidad de quemados del Hospital Universitario en Viena, y encontré el banco de tejidos que ellos trabajaban, me sorprendió muchísimo los adelantos que tenía…”, señaló Zambrano al programa que dirige María Elvira Arango.

Y los austriacos llevaban, en ese momento, una gran parte avanzada en materia de cultivos celulares, pero eran de donantes, no eran del mismo paciente”, agregó la cirujana Jennifer Gaona. El doctor Rodrigo Soto añadió que se enfocaron en encontrar un método que no fuera doloroso para el paciente, que dejara pocas cicatrices y que fuera igual o más efectivo que el de los cirujanos austriacos.

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Y funcionó porque su trabajo ha servido para ayudar a pacientes como Lucero Castaño que perdió un 30 % de la piel de su cuerpo, en la zona abdominal, incluyendo sus glúteos y algunas franjas de las piernas, por culpa de una bacteria carnívora que, en cuestión de horas, devoró una parte de la epidermis, después de un procedimiento estético de reducción de muslos y cadera.

La agresividad de la bacteria hubiera podido comprometer músculos, el sistema nervioso, venas y arterias, entre otros órganos vitales del cuerpo, hasta ocasionarle la muerte.

Pero los cirujanos colombianos lograron convertir un procedimiento quirúrgico, bajo anestesia general, en una intervención ambulatoria que no incapacita al paciente y tiene efectos inmediatos en la recuperación de tejidos dañados, por eso Lucero Castaño hoy puede contar su experiencia.

Esto elimina la necesidad de injertos de piel con una disminución significativa de los costos y el tiempo de curación y sin generar cicatrices adicionales. Es indoloro, no es necesaria una cirugía, manejable por las enfermeras y los médicos de cualquier especialidad y replicable en cualquier lugar del mundo”, indicó Rodrigo Soto al diario El Tiempo en agosto de 2014.

Su iniciativa se convirtió en negocio rápidamente, porque encontró inversionistas que inyectaron capital y lograron consolidar una idea a la que llamaron Keraderm S.A.S, una pequeña empresa colombiana con mucho campo de acción en el país, considerando que en Colombia al año se presentan cerca de 500.000 personas quemadas, destacó el programa Los Informantes.

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