Esta es la principal conclusión de una investigación del Instituto de Biología Evolutiva, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español y la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, que publicó la revista Science.

El trabajo, que tiene además “una aplicación inmediata” en la conservación y lucha contra el tráfico ilegal de estas especies en peligro de extinción, es importante porque constata la hibridación, que ha resultado ser muy parecida a la que se produjo entre el género Homo. Esto sugiere que el flujo de genes podría haber sido generalizado durante la evolución tanto de los grandes simios como de los homínidos.

Chimpancés (‘Pan troglodytes’) y bonobos (‘Pan paniscus’) son dos especies con marcadas diferencias físicas y de conducta.

La comunidad científica creía hasta ahora que no había habido flujo genético entre ellas, debido al río Congo, que separa físicamente la distribución geográfica de las dos especies.

Sin embargo, este trabajo revela por primera vez que sí hubo cruzamientos, de manera similar a lo que ocurrió entre humanos y neandertales. No obstante, los investigadores no han podido constatar si se trató de un evento puntual o prolongado en el tiempo.

En este trabajo se han estudiado genomas de ejemplares de diez países, desde Guinea a Tanzania, es decir, desde las regiones más occidentales a las más orientales en las que habitan estos simios.

Lo primero que constataron los científicos es que hay diferencias genéticas regionales entre, por ejemplo, el chimpancé del Congo y del Camerún.

Además, comprobaron que había más similitudes genéticas de algunos grupos de chimpancé con bonobos, “una señal coherente con su proximidad geográfica”, explica a Efe Tomás Marquès-Bonet, investigador ICREA (Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados), vice-director del Instituto de Biología Evolutiva y líder de este trabajo.

El trabajo establece que el 1 % del genoma de los chimpancés deriva de los bonobos (desde el punto de vista biológico, al contrario también debe ocurrir, pero esto no se comprueba en este trabajo).

Para este investigador la importancia es haber constatado esa hibridación, que ha resultado ser muy parecida a la que se produjo entre el género Homo, lo que sugiere que el flujo de genes podría haber sido generalizado durante la evolución tanto de los grandes simios como de los homínidos.

Además, la investigación es importante porque tiene “una aplicación social inmediata”, que crea nuevas oportunidades de conservación para los chimpancés, subraya este científico.

Y es que, gracias a la secuenciación de los 75 genomas, los investigadores han establecido un catálogo de genes y mutaciones que facilitará conocer la procedencia de los ejemplares víctimas del tráfico ilegal: si las autoridades requisan un chimpancé fuera de su hábitat, con un test sabrán de dónde viene y dónde debe volver.

“Ahora nos hemos convertido en el ‘CSI’ de los chimpancés”, apunta Marquès-Bonet, quien indica que a partir de un pelo o de excrementos del animal se podrá establecer su origen.

“Muchos chimpancés son víctimas cada año del tráfico ilegal. Nuestros datos revelan un estrecho vínculo entre la geografía y la diversidad genética, lo que significa que cuando un chimpancé es, por ejemplo retenido en la aduana, una muestra de ADN nos puede ayudar a revelar el origen geográfico y de este modo podemos retornar los individuos confiscados a su país de origen”, concluye Christina Hvilsom, del Zoo de Copenhague.

Con EFE.

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