La psicopatía es un trastorno de personalidad en el que el individuo se encuentra absorbido en sí mismo y carece de empatía, culpa o remordimiento. Los psicópatas además no tienen noción sobre la importancia de las normas sociales, por lo tanto los seres vivos que los rodean son vistos como simples cosas.
Aunque no hay un comportamiento único definido que pueda señalar a todas las personas que padecen este trastorno, según Muy interesante, estos cuatro rasgos podrían ser un común.
Sentido del olfato atrofiado
Según el estudio ‘Chemosensory Perception’, las personas con tendencias psicópatas presentan un funcionamiento defectuoso de la parte frontal del cerebro, donde se realiza el proceso olfatorio, y donde además, se encuentran las neuronas encargadas de controlar impulsos, la planificación y la capacidad para adaptarnos a las normas.
Buscan recompensas sin medir los riesgos
Debido a un desequilibrio en la transmisión de dopamina, neurotransmisor vinculado al placer, los psicópatas están en una búsqueda constante de situaciones que les permitan sentir emoción y obtener premios a cualquier coste, indicó un estudio de la Universidad de Vanderbilt.
Sus palabras revelan su naturaleza
Cuando conversan, a duras penas incluyen palabras relacionadas con la familia, la religión u otras instituciones sociales, según científicos de la Universidad de Cornell. Utilizan el doble de veces términos que hacen referencia al sexo, el dinero y la comida y además emplean con mayor recurrencia el tiempo pasado.
Cerebro configurado de manera distinta
De acuerdo a nuevas evidencias de investigadores del King’s College de Londres, la psicopatía se encuentra específicamente relacionada con ciertas anormalidades en el cerebro. Con máquinas de resonancia magnética, descubrieron que las personas vinculadas a crímenes psicópatas presentan una disminución significativa de volumen de materia gris en partes del cerebro donde se entienden las emociones e intenciones de otras personas.
Igualmente encontraron que las fibras nerviosas que conectan la amígdala cerebral, vinculada al miedo, y la corteza frontal, implicada en la toma de decisiones, se encuentran levemente desestructuradas.
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