El primero en aparecer en escena es un perro blanco que llega a la puerta de una casa en la que se encuentra una perra de raza pastor alemán. El primer perro tiene la ilusión de ingresar a la casa por la parte alta de la reja de la puerta, sin embargo, se frustra y decide probar suerte unos metros más a la derecha.

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El perro logra sostenerse en la pared y, desesperadamente, busca superar la reja con el impulso de sus patas traseras. No lo logra, pero pronto aparece su salvadora. La pastor alemán hace todo lo posible por ayudar al perro blanco para que ingrese a la casa y con un mordisco, lo logra, como se puede apreciar a continuación.

Edith Govea, la mexicana que capturó la escena, le confirmó a Verne que el perro blanco es vecino y visita con frecuencia a su amiga. Luego de superar la reja, los dos perros compartieron en la casa en la que suele dormir la perra.