La fiebre de los estadounidenses por celebrar la Pascua con chocolates y por supuesto, muchos conejos es tan contagiosa que esta pequeña no se resiste a dejar de bailar con su peluche, pero se lo toma con mucha seriedad.

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Mientras el conejo mueve sus orejas y brazos la pequeña emocionada lo imita y se sacude con una expresión muy graciosa, como si realmente le preocupara que el peluche le ganara en la competencia.

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