Algunas diminutas bolas de golf, de no más de 50 gramos de peso cada una, se ‘enfrentaron’ a una enorme aplanadora de al menos 14 toneladas, y el resultado del experimento demuestra la complejidad que hay detrás de estas pequeñas esféricas.

Cada una de estas bolas soportó con éxito el enorme peso y la presión que ejerció la máquina de construcción sobre ellas, sufriendo apenas unas pocas abolladuras que no representan mayor cosa si se piensa en la magnitud de la prueba a la que fueron sometidas.

Definitivamente la forma que toman las pequeñas pelotas bajo la aplanadora es impensable… hasta que se ve el video: