El estudio internacional estableció que las hormigas tienen un sistema de navegación GPS muy sofisticado que les permite orientarse sin problema, incuso yendo marcha atrás cuando transportan cargas pesadas de comida.

Para guiarse y encontrar el camino a su hormiguero, estos insectos utilizan la posición del sol y su memoria visual de los lugares, explican estos entomólogos, cuyo estudio se publicó este jueves en la revista estadounidense Current Biology.

Estos científicos han observado que las hormigas caminan marcha atrás y que se paran de vez en cuando para mirar a su alrededor con el fin de verificar los alrededores y utilizar esta información para establecer su itinerario en función del sol.

Este descubrimiento sugiere que son capaces de aprovechar las interacciones espaciales en el mundo exterior, y no solamente con relación a ellas.

Aunque las hormigas generalmente caminan hacia delante cuando transportan pequeños pedazos de comida, muchas veces van marcha atrás cuando tienen que transportar cargas pesadas a su hormiguero.

Estas observaciones sugieren que las hormigas son aparentemente capaces de reconocer el mundo alrededor de ellas, sea cual sea la dirección hacia la que van.

También pueden mantener su nivel de orientación cuando se desplazan en todas las direcciones: hacia delante, hacia atrás o lateralmente.

“Las hormigas tienen un cerebro pequeño relativamente, cuyo tamaño es inferior a la cabeza de un alfiler, pero, a pesar de eso, pueden navegar sin problema en condiciones difíciles”, explica la profesora Barbara Webb de la universidad de Edimburgo, en Reino Unido.

“Comprender su comportamiento nos aporta nueva información sobre el funcionamiento de su cerebro y puede inspirarnos para concebir sistemas robóticos que reproduzcan sus funciones cerebrales”, añade.

Para entender cómo esos insectos hacen frente a diversos obstáculos y ajustan su trayecto para encontrar el camino de vuelta a casa, los estudiosos pusieron a prueba a hormigas del desierto en su ambiente natural.

Los investigadores pusieron unos espejos para alterar su percepción de la posición del sol y entonces constataron que las hormigas iban en la dirección errónea.

Este estudio internacional fue llevado a cabo también por un equipo de científicos de la Universidad Nacional Australiana y del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia.