El nuevo sistema es un mejor indicador del progreso de la enfermedad, según los investigadores del Departamento de Neurología de la Universidad de Washington en San Luis, Misuri.

La investigación se llevó a cabo con el estudio de 46 pacientes de alzheimer, el desorden neurodegenerativo progresivo más común, que comporta la perdida de la memoria, el habla, el control emocional y la habilidad de razonar y tomar decisiones lógicas.

La causa de la enfermedad, que según la Organización Mundial de la Salud afecta a 47,5 millones de personas en el mundo, es la acumulación en el cerebro de depósitos de proteínas de dos tipos: placas de la proteína denominada ‘beta-amiloide’ y ovillos o marañas fibrilares de la proteína tau.

Hasta ahora, la prueba de diagnóstico conocida como PET (Tomografía por Emisión de Positrones) se centraba en la proteína ‘beta-amiloide’.

Gracias al estudio de esta proteína se puede detectar la enfermedad en pacientes en estadios tempranos, para un diagnóstico precoz y fiable del Alzheimer.

Sin embargo, los médicos necesitaban más herramientas para estudiar y entender la enfermedad en los estadios más avanzados y así comprobar cuáles son los tratamientos más efectivos.

El descubrimiento de los neurólogos de Misuri parte de situar bajo su foco de estudio la otra proteína que interviene en el desencadenamiento del Alzheimer y hasta ahora desatendida: las marañas fibrilares de la proteína tau.

En concreto, esta prueba de diagnóstico analiza la proteína tau en el lóbulo temporal, la parte del cerebro encargada de procesar y descifrar la información a través de los sentidos y del lenguaje.

Desde el reconocimiento de caras, de una voz o una melodía, hasta el control del equilibrio o la regulación de emociones y motivaciones como la ansiedad, el placer y la ira, todo depende del lóbulo temporal, localizado detrás de las sienes.

Con esta prueba pionera, los médicos ven el comportamiento de las proteínas acumuladas en el cerebro, cómo interactúan a medida que evoluciona la enfermedad y cómo reaccionan a los diferentes tratamientos.

En comparación con las pruebas basadas en la otra proteína, la nueva forma de diagnóstico ilustra de forma más fidedigna el déficit cognitivo que sucede en el lóbulo temporal.

Con todo, este descubrimiento no deja desfasados los diagnósticos ya existentes, sino que ambos se complementan: mientras que la anterior prueba seguirá sirviendo para la detección precoz, la nueva permitirá analizar los estadios más avanzados.

La importancia de este descubrimiento no es solo su aplicación inmediata sino que el mayor entendimiento de la patología abre una puerta a numerosas líneas de investigación.

El 90 % de lo que se conoce sobre el Alzheimer a día de hoy se ha descubierto en los últimos 15 años, desde que las investigaciones se centraron en el cerebro.

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