La investigación publicada en el diario BMC Public Health retomada por Medical News Today, mostró que mientras los adultos intentan dejar de fumar reducen a su vez el consumo de alcohol o suelen consumirlo esporádicamente.

Esto se puede atribuir a que estas bebidas actúan como impulsores del cigarrillo en el cuerpo.

Además, los investigadores notaron que muchos de los fumadores que se encuentran en proceso de abandonarlo beben con menor frecuencia para evitar una recaída.

El estudio se llevó a cabo entre marzo de 2014 y septiembre de 2015 y analizó los datos de 31.878 personas, de las cuales 6.278 eran fumadoras y de estos, 144 ya habían intentado dejar el cigarrillo alguna vez.

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Aquellos que redujeron el consumo de cigarrillo en un periodo de una semana lo hicieron también con las bebidas embriagantes.

Aunque los resultados encontrados pueden dar pistas de cómo facilitar este proceso a los fumadores habituales, los investigadores aseguran que no pueden confirmar una relación directa entre estas dos sustancias y que se requieren más estudios que permitan aclarar esta hipótesis.

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