Pero el tema que se está discutiendo ahora no es el de más opciones de televisión abierta, sino cómo ponerles condiciones a Netflix, Hulu, cobrarles más plata a los canales de TV paga, y ‘controlar’ el nuevo mundo de video digital. Nada se menciona de la licitación para más canales privados, o de más oferta audio/visual abierta, sino menos.

Les comparto mi experiencia con los procesos de  adjudicación de televisión, que no hace difícil predecir lo que va a pasar.

La primera vez que El Tiempo trató de licitar un programa informativo en TV, el entonces presidente Turbay anunció el día anterior a la asignación que los medios tradicionales no podrían entrar a televisión abierta (TV pública en ese entonces). En el gobierno siguiente, el presidente Belisario Betancur invitó a los medios tradicionales a acompañar a los nuevos canales locales públicos, como efectivamente sucedió.

Al poco tiempo, El Tiempo logró entrar a la televisión paga en alianza con Caracol y RTI, con TV Cable, también durante el gobierno de Betancur. Se había anunciado que se asignaría una sola licencia; pero al no ganarla el grupo ‘conservador’, se abrió a las pocas semanas otra oportunidad de licitar, que se le asignó a RCN y el grupo Pastrana. Los dos canales se juntaron al poco tiempo para no hacerse competencia, con permiso del Estado.

Al abrirse la televisión privada (1997), El Tiempo quiso ingresar en sociedad con RCN y RTI al proceso de licitación. A pesar de haber acuerdo entre los socios al inicio del proceso, se cambiaron las reglas de la TV privada tantas veces que El Tiempo no ingresó a la sociedad, y RTI se retiró al poco tiempo.

El principal cambio de regla fue que originalmente ningún socio podría tener una posición mayoritaria en la sociedad, que luego pasó a ser que la sociedad solo tendría que estar registrada en Bolsa (donde un solo socio podría tener hasta el 99% de las acciones).

Se iban a licitar tres canales, a lo cual se opusieron de manera categórica Caracol y RCN (grupo Santo Domingo y grupo Ardila), que inclusive anunciaron públicamente que no licitarían si eran 3 canales y no 2. El gobierno negoció con ellos, y solo se licitaron 2 canales, que quedaron en manos de los dos grupos. Parte del acuerdo fue que no se licitarían canales locales privados durante muchos años, hasta que no se establecieran bien los privados nacionales (10 años sin tercer canal).

El Tiempo estaba interesado en canal local, al no haber podido entrar a la TV nacional. La ley era clara en que era obligatorio licitar canales locales, pero se le anunció a los interesados que sería en varios años. Pero por ley, la CNTV (hoy ANTV) tuvo que licitar canales locales, algo que anunció calladamente a comienzos del año siguiente, en plena temporada de vacaciones.

Pero el precio que se puso para entrar a la TV local fue ridículamente alto, y por eso nadie más licito canales locales; solo El Tiempo por el canal de Bogotá. Ni para Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga se hicieron propuestas, por el alto costo de las licencias.

El Tiempo pasó su propuesta y sacó 100 puntos de los 100 posibles en la evaluación de la CNTV. La posición en contra de que se asignara canal local en Bogotá por parte de Caracol y RCN fue  tremenda. Presionaron en todas las instancias: Congreso, Ejecutivo, Procuraduría, Fiscalía.

La semana antes de la decisión de la CNTV,  3 de los 4 comisionados estaban por el NO. Pero el asesor jurídico de El Tiempo les dijo que con la precalificación de 100 puntos de 100, si la decisión del NO no tenía sustento concreto, la demanda sería grande.

Y comenzó CityTV

¡Pero qué oposición la de los canales nacionales! Su propósito era acabar con CityTV, y casi lo logran. CityTV perdió plata durante sus primeros 10 años. Y ninguna otra ciudad del país ha podido tener canal local privado, tan importante para el desarrollo y la identidad de las ciudades. Los locales públicos representan más los intereses políticos de la administración de turno y, al ser subsidiados, captar audiencia y aceptación local no son su prioridad.

Entre tanto, pasados los 10 años, nada que salía la licitación por el tercer canal nacional, como fue anunciado cuando se asignaron los primeros. La CNTV y el gobierno de turno siempre decían sí, ya casi, y nunca pasaba nada.

Finalmente, en el gobierno Uribe se decidió hacer licitación por un nuevo canal nacional privado. El Tiempo, en alianza con RTI, CityTV y el grupo español Planeta (Antena 3), se la metió toda a la propuesta. Estuvieron interesados en licitar también el grupo Prisa y el grupo Cisneros, pero el primero no pudo por sus problemas económicos en España, y el segundo, por no conseguir socio local.

Y quién dijo miedo con la oposición de Caracol y RCN a que se asignará el tercer canal. Desfile de abogados, de sus asesores, por el Congreso, la CNTV, la Procuraduría, la Contraloría, la Fiscalía, usando toda su influencia de medios y de grupo económico.

A pesar de una excelente propuesta que se tenía para el canal, por una ‘tecnicalidad legal’ de última hora, no hubo licitación.

Y sigue el duopolio de la TV nacional privada en Colombia, único país  en el continente con solo 2 canales privados nacionales, y solo uno privado local. En televisión paga sí se ha dado evolución, con el ingreso de las empresas de telecomunicaciones, Claro, ETB, Movistar, DirecTV, etc.

Es claro que el negocio de televisión está cambiando en este nuevo mundo digital, no solo para la TV abierta, sino también la paga.

Netflix, Hulu, HBO, Amazon, entre muchos otros, y en redes sociales Facebook, YouTube, Instagram, todos pasando videos que se pueden ver en smartphones, tabletas, PC, en el sitio y a la hora el usuario quiera. Es una realidad en todos los países en este nuevo mundo digital, en todos los medios, y al cual se tienen que ajustar las empresas tradicionales.

Pero no por eso se debe limitar la oferta de televisión abierta, gratis, que refleja mucho más que las otras opciones las dinámicas propias del mercado, sea un país o una ciudad.

Si se da la licitación, no dudo que la posición de los canales actuales, Caracol y RCN, será que el mercado no aguanta más canales abiertos.

Con esta oferta restringida de TV abierta en el país, los que pagan son los televidentes, los colombianos. No es sino ver cómo han desmejorado los noticieros nacionales, dedicados al crimen, al escándalo, reemplazando la buena reportería por los videos que los ‘smartphones’ logran conseguir, y con preguntas insignificantes de sus corresponsales a los protagonistas, heridos, borrachos, accidentados.  Triste ver como se han dañado los noticieros, excepto, sin duda, CMI.

Pero qué importa, los 2 canales nacionales tienen más del 50% de la publicidad del país.

Pero, ¿y los televidentes?

Por Luis Fernando Santos
Expresidente de la Casa Editorial El Tiempo
Consultor de medios
Asesor Pulzo.com

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