Es una temeridad prolongada escribir estas letras, representa un peso que estriba en decir aquello que no nos atrevemos a decir, ya sea por recato o respeto por el conservadurismo que sumerge a nuestra nación, nuestra dualidad profunda de ser liberales en la calle y conservadores en la casa.

En fin, vulneraré las formas: ¿Quién no ha perdido un polvito?

En razón de miedos,
a causa de la timidez,
también en cuestión de frigidez,
por desconfianza,
por cansancio,
por protección,
por tiempo,
por inacción,
por amor,
por  fidelidad,
por la ebriedad,
por  desazón,
por la razón,
por apatía,
por pericia,
por la avaricia,

Y por ambición.

A los polvos extraviados ni un minuto de silencio,
en la memoria perdurará,
al polvo perdido por siempre lo recordarás,

si no te lo echas,
mañana te lamentarás.

Polvo que no se echó,
Polvo que no volvió.

En conclusión, como diría Gabriel García Márquez:

“Uno nace con los polvos contados. Polvo que no se echa se pierde irremediablemente”.

PD: Polvo somos y en polvo nos convertiremos.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.

LO ÚLTIMO