Después de la marea viene la calma. Y así parece haber sucedido con el caso de Daniel Samper Ospina y el expresidente Álvaro Uribe Vélez, donde el primero fue acusado por el segundo de “violador de niños”. Aunque no es muy claro en que terminó el conflicto, luego de que la Corte Suprema obligó al expresidente Uribe a borrar los trinos donde le hacía estas acusaciones a Samper, se mantiene un sentimiento de rencilla entre los dos personajes.

Para el humor político se ha dado una gran pérdida, ya que, sin duda, Samper, como en una pelea de boxeo, ha quedado bastante golpeado. A partir de ahora ya no le debe haber quedado tanto ánimo para burlarse de su contradictor, pues no solo le generó un problema jurídico sino que debilitó su posición de enérgico humorista.

Ahora, Samper seguramente hará una mayor reflexión cada vez que se burle de su opositor tradicional. Situación lamentable que restringirá la pluma mordaz de nuestro humorista.

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De otro lado esperemos que para Uribe haya sido una pequeña enseñanza de que debe ser más cuidadoso con sus palabras, y algo, poco probable, de que vaya entendiendo que el humor hace parte del día a día de los colombianos, sin que haya que sentirse ofendido por cualquier comentario que vaya desde lo profesional, lo regional, hasta lo político.

Esa vena de violencia que tenemos los colombianos es difícil de eliminar. Pero debe ser un ejercicio continuo que debemos adelantar. Así sea con algo de humor negro, de ironía, hay que luchar por cambiar ese ‘chip’. Personajes como Samper contribuyen a ese trabajo. Sin embargo, la labor debe partir de todos los colombianos. El humor es la palabra más cercana al amor. Con la risa se pueden componer los problemas más difíciles.

El respeto hacia el otro, sin embargo, debe hacer parte de los chistes, de los comentarios humorísticos. La línea es muy delgada, pero no tanto para que no se pueda ni siquiera sacarle la lengua al otro.

¿Cómo le aportaría a este proceso de paz lo que mi papá llamaba ‘correa’? Es decir, esa capacidad de resistir a los comentarios humorísticos que vengan de los otros. Tomémonos con la mayor capacidad de humor esta dura vida, cambiemos la violencia por la risa.

Se trata de un tema serio. El humor es cosa de que nos unamos en una sola sonrisa, de que desmontemos nuestras armas. Empezando por los fusiles y siguiendo por las palabras, el caso Samper–Uribe puede llegar a ser un ejemplo de cómo distensionar nuestros profundos conflictos.

De todas maneras seguiré leyendo las columnas de Daniel Samper, esperando, a pesar de todo, que su tono baje, que haga sufrir menos a Uribe. Mientras, por el otro lado, esperemos que a nuestro serio expresidente se le doblen las comisuras y que no solo ría cuando su copartidaria Paloma le haga sus consabidos halagos (ver ‘Mi puta obra’).

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