Falcao, el mismo que contra Chile hace cuatro años, nos llenó el corazón, y las copas de aguardiente. Quién sino él se merecía darnos ese regalo, que abrazamos por 10 minutos. Estábamos en Rusia y ya todos pensábamos en que el guayabo del día siguiente estaría plenamente justificado.

El ingreso de Chará y ‘Teo’ le dieron más poder de ataque a la Selección. La jugada de Santi Arias en recuperación con la entrega del balón a Yimmi –por qué no se la pasaste así a Falcao para el 2-0, carajo- hicieron que el jugador del Junior  le diera un pase al vacío al ‘Tigre’, que no perdonó ante Antony Silva, que tuvo un partido increíble.

Ahí, todos empacamos maletas; quedaban 11 minutos para que se acabara el partido, pero ya estábamos en Rusia. Tuvimos el 2-0 y no veíamos cómo los paraguayos podían hacernos daño. José sacó a Abel e ingresó Barrios, pero si queríamos cerrar el partido por qué no cambiar a James o Falcao, ese fue un error. Pero ya qué carajos.

Ahora, hoy, nada sacamos echando culpas. ¿No creen que ya suficiente tienen Ospina, Arias, James, Sánchez, Cardona, Barrios, Fabra, y los demás? En Colombia somos buenos para acabar con todos, pero ahora ellos nos necesitan, más que nunca; vivirán con esos errores, pero nosotros nada sacamos reclamándoles. Lo hecho, hecho está.

El martes es a matar o morir. Nada de depender de otros. Ganar o GANAR, no hay de otra José. El martes no perdonamos. Lástima con los peruanos, que nos toca dejarlos sin Mundial después que ellos recuperaron una Eliminatoria de manera milagrosa, y nosotros la estábamos jugando sin quererla mucho.

Nadie ha dicho que será fácil, pero rodeemos de confianza a los que vestirán la camiseta en Lima, y no los masacremos más, que suficiente tienen con la culpa que ellos mismos sienten.

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