¿Qué sabemos de Siria? Que está en guerra hace 6 años, que vive azotada por bombas, ataques y enfrentamientos, también que hay un grupo de extremistas que se hace llamar Estado Islámico y que hoy tiene control social, político y territorial en gran parte de Medio Oriente.

Sabemos, además, que esta guerra ha cobrado la vida de millones de hombres, mujeres y niños, tanto así que la ONU dejó de contar las víctimas en 2014, cuando el número ascendía a 320.000.

Pero ¿hay algo más allá de la violencia? Sí, en Siria hay cultura, amor y esperanza. La música árabe fue considerada, a lo largo de los años, patrimonio cultural.

Tuvo su origen en la antigüedad (siglos V y VII a. C) y ha venido presentando cambios conforme el sistema político, social y religioso de Medio Oriente ha evolucionado. Hoy convergen diversos géneros musicales que han buscado encajar en un país sin libertad y que además han querido unificar a una nación fragmentada por la violencia.

Rock, pop y rap son los estilos que predominan en la música siria y a pesar de las condiciones sociales en las que los músicos deben trabajar, estos han logrado preservar los sonidos de su cultura, sin embargo, la música está viviendo su momento más crítico: componer y cantar libremente son considerados delitos mortales.

Ningún camino es sencillo para los habitantes de Medio Oriente: el papel de combatiente predomina en regiones de guerra, los refugiados adoptan el rol de inmigrantes, ¿qué pasa con aquellos que deciden elegir el papel de artistas? Este resulta doblemente peligroso, quien resuelva seguirlo debe tener corazón de acero.

Yahya Hawwa tiene 41 años y se encuentra en Londres buscando apoyo internacional para su país y dando a conocer su trabajo musical.

Un 15 de marzo de 1976 en Hama, Siria nació Yahya Hawwa. Sus padres procuraban tenerlo alejado de las problemáticas sociales que se vivían en su país, pero 5 años después de su llegada al mundo, la vida lo pondría a prueba por primera vez. Padre y tío fueron asesinados en su presencia, a manos de Hafez al-Assad.

Huyó con su madre a Arabia Saudí, donde pasó gran parte de su niñez y adolescencia.

-“No habría querido nacer en otro lugar, he sufrido, he llorado pero me he levantado, he ayudado a levantar mi ciudad, mi cultura y mi gente”.

-“Mi vida fue predicar. Descubrí mi amor por el Corán muy joven, cuando terminé la secundaria me lo sabía de memoria. Daba charlas a mis amigos sobre cómo ser un buen musulmán y ayudaba a mi madre en las labores del hogar. Sentía tanto amor por mi religión que decidí empezar Estudios Islámicos en la Universidad de Al-Zarqaa en Jordan”.

Yahya dedicó gran parte de su juventud a ser el Imam (persona que dirige la oración colectiva) de la mezquita de Al-Kaluty en Amman. “En el año 2011 la guerra llegó y con ella los problemas, tuve que hacerme a un lado, dejar la mezquita y empezar a huir. Desde ese entonces he sido considerado un traidor”.

“Me sentí obligado a seguir con mi labor: educar al pueblo, pero tenía que cambiar la forma de hacerlo”.

-“Fue a inicios del 2012 cuando la comunidad cultural de Siria se unió para preservar las buenas costumbres que nos unían; poetas, cantantes, deportistas y activistas sociales dieron inicio a una labor muy linda: se dedicaron a reclutar actores de paz que ayudaran a construir un mundo en armonía. Así fue como llegué a la música, de la mano de Abdul Qader Saleem, poeta sirio. Me ofreció clases de canto: Yahay, el futuro de la música está en tus manos, cada vez será más difícil por eso necesito que estudies ahora, debes seguir predicando, hazlo a través del canto, por favor no calles, me dijo. “Sus palabras retumban en mi cabeza y cada vez que he querido renunciar, recuerdo su pasión y compromiso; él no merece esto, pienso”.

Yahay empezó a estudiar canto occidental a inicios del 2013, poco después de culminar su proceso de aprendizaje, se dedicó de lleno a su labor artística, logrando ser el precursor del momento más importante de la música en su país: la revolución de los artistas. –“Fue en ese momento donde realicé la magnitud de mi labor en la revolución, tenía que marcar la diferencia, no podía ser un combatiente más que se muere sin dejar huella”.

A partir de ese instante Yahya se convirtió en un modelo a seguir y empezó a tener admiradores en todo el mundo, lo bautizaron El cantante de la revolución.

-“Siempre hemos sido una amenaza, para el gobierno y para los rebeldes. Solo quienes apoyan al presidente se muestran en los medios de comunicación y logran ser aplaudidos por el público”. Yahya quería vivir en el anonimato pero esto no funcionó por mucho tiempo. No ha sido víctima directa, sin embargo, es  considerado uno de los ciudadanos sirio más buscado por el Estado.

Oh madre voy a mi muerte, a los jazmines de Siria voy a hablarles de ti. No llores, no llores, estamos llegando al palacio presidencial, estamos llegando al palacio”

Las amenazas son cada vez más fuertes y constantes pero ha sido su familia quien ha tenido que cargar con el peso de su oficio: a la fecha van 17 allegados retenidos, 8 muertos y 6 desaparecidos ¿a quién culpar? grupos armados, gobierno, no sabe a ciencia cierta.

-“No puedo callar, me duele mi familia, me duelen mis amigos, me duele lo que han tenido que soportar solo por conocerme, pero también me duele mi país, mis mujeres, mi cultura y mi música, si yo no tengo el valor de cantar nadie más lo hará, no puedo abandonar a todas las personas que hoy me siguen, ellas creen en mí, no soy solo responsable de componer; soy aliento, voz y esperanza para miles de árabes alrededor del mundo, ellos necesitan saber que seguimos vivos, que tenemos oportunidades y que vamos a salir de esta”.

Ha compuesto 30 canciones que han circulado gracias a internet. “Las redes sociales han permitido que mis mensajes sean escuchados, compongo para madres y mujeres, son ellas quienes más sufren por la guerra, a pesar que no luchan, ven morir a todos los miembros de su familia, son relegadas a un papel de olvido, sufrimiento y resignación… Mi madre siempre ha sido mi inspiración porque sé que su historia es la de muchas mujeres: esposas, hijas, hermanas… Todas sufren y yo tengo que darles voz, tengo que ser su apoyo”.

“Oh madre voy a mi muerte, a los jazmines de Siria voy a hablarles de ti. No llores, no llores, estamos llegando al palacio presidencial, estamos llegando al palacio. Este fragmento de mi canción es considerado lema de la revolución Siria. Mis mujeres lloran mientras cantan y recuerdan a sus seres queridos, ellas necesitan ser visibilizadas, quieren tener voz y lo necesitan, yo pienso en ellas”.

Las mujeres han sido anónimas, sometidas, viven la guerra en silencio, no tienen derecho a opinar. Son adornos, posesiones y objetos, pero para Yahya cumplen un papel reconciliador en los diferentes escenarios de la revolución, esta concepción a propósito de la figura femenina en la construcción de su país le ha traído más problemas que sus letras, él canta por los derechos humanos, la paz y la unidad pero sobretodo canta por ellas, las olvidadas.

Hoy acompañan a Yahya su esposa y sus cuatro hijos, su presente es alentador, ha estado viajando por Europa y Estados Unidos; cantando, hablando y predicando, pero sobretodo, dando esperanza a todos sus seguidores:

-“No pienso callar, no voy a callar, mi familia no merece un hombre cobarde, tengo que hacer del mundo un mejor lugar para ellos”.

Por Luisa María Valencia.
Estudiante de Comunicación Social de la Universidad EAFIT
Séptimo semestre.

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