Son muchas las historias que han salido a la luz desde que el sábado pasado se intervino el Bronx, la olla de microtráfico de drogas más grande del país.

Después de leerlas, estás son las  que más impactaron.

  1. El sábado que llegaron 1500 agentes  del CTI, Policía, Ejército y cerca de 200 funcionarios del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en apenas cuatro horas sacaron más basura de lo que produce un municipio de diez mil habitantes en un mes. “Y no vamos en el 20 % o 30 %”, aseguró el secretario de Seguridad de la Alcaldía, Daniel Mejía.
  1. 1069 habitantes de la calle han sido socorridos, 142 de ellos menores de edad, además de 43 animales, todos abandonados a su suerte.
  1. Según Hoover Pinilla, comandante de la policía metropolitana de Bogotá, Muchos extranjeros llegaban y buscaban ese sitio de la ciudad para buscar estupefacientes. Una vez allí, cuando se les acababa el dinero, eran retenidos en contra de su voluntad”. Los secuestrados eran llevados a cuartos, les pedían números telefónicos de sus familias y les exigían 10.000 o 20.000 dólares o euros para dejarlos libres. Existe el video de un ciudadano holandés que fue rescatado por la policía luego de ser retenido en contra de su voluntad.
  1. En El Bronx fueron descubiertas también casas de pique donde se descuartizaba personas. A las personas se les echaban perros encima para que hablaran y en los allanamientos se decomisaron 30 armas de fuego y 100.000 dosis de drogas.
  1. A la fecha se han repartido en el sector 3.617 cobijas, 47.733 cepillos de dientes, 12.281 máquinas de afeitar, 19.597 jabones de baño, 9.347 toallas de baño, 3.417 sudaderas, 5.142 piezas de ropa interior y 2.495 raciones diarias de comida. Las cifras son, al igual que las de la basura, de población intermedia.
  1. Una practicante del ICBF contó su experiencia en el Bronx unos tres años antes de las intervenciones del sábado:

“En uno de los cuartos encontramos a un tipo con una niña de 12 años que era prostituida por su mamá, y la niña estaba atada a la cama. Los policías lo esposaron mientras nosotras soltábamos a la niña y la vestíamos. Tenía muchos morados y marcas. En otro cuarto había tres peladitos solos, de 5, 9 y 14 años. La mamá había pagado cinco días por dejarlos ahí encerrados. No habían comido nada en esos días. Los dos grandes sí fumaron marihuana y consumieron perico. Su mamá era prostituta en el Bronx y le pagaban con vicio. El de cinco años solo había comido tostadas y agua de lluvia, de la que habían recogido en la noche”.

 De todo lo cruel y absurdo de las historias, llama la atención lo evidente: ese sitio operaba a apenas seis cuadras de la Casa de Nariño y del Palacio Liévano y era de conocimiento público. A la distancia nunca pudimos sospechar lo duro de los relatos, aunque algo nos imaginábamos. Esto no es nuevo ni es el único: ollas de basuco, centros de aborto, casas de pique, puntos de acopio de objetos robados, prostitución infantil, las autoridades saben dónde y cómo operan, lo que no se entienden es que, sabiendo, permitan que sigan operando.

Nota: Las opiniones expresadas solo comprometen a su autor y no pueden considerarse una posición oficial de Pulzo.com.

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