El pasado jueves primero de junio el presidente de EE. UU. Donald Trump, anunció el retiro de su país del acuerdo de Paris firmado en el 2015, que busca desarrollar un cronograma de reducción de emisión de gases, comprometiendo a 195 estados.

La posición de EE. UU. es una calamidad para la humanidad en donde se llegue a materializar, ya que la nación americana es después de la China la segunda contaminadora de la atmosfera por los gases de efecto invernadero.

La administración Trump argumenta para tomar esa decisión, la protección del empleo en su país, ya que ello acarrearía el cierre de empresas, con la pérdida de 2,7 millones de trabajos y además considera asimétrico el nivel de compromiso de China y Europa, lo que pone en desventaja a EE. UU. que según la Casa Blanca tiene que hacer más sacrificios para disminuir el calentamiento global.

Sin embargo el retiro norteamericano se concretaría solamente en 3 años.

Algunos defensores de la causa de Trump también plantean, que mientras China es el quinto país del mundo con el más alto índice de mortalidad como consecuencia de la polución a la atmosfera, EE. UU. es el octavo con más bajos índices de mortalidad por esa causa, subrayando que el país asiático es el mayor agente en la emisión de gases de efecto invernadero, con el doble de toneladas de dióxido de carbono emitidas por EE. UU.

Por otra parte, funcionarios de la Casa Blanca han dicho que no solo el CO2 produce el calentamiento global, a ello se agrega la deforestación, la formación de las nubes, ciclos oceánicos como los fenómenos del Niño y la Niña, cambios en el uso agrícola de la tierra, la actividad volcánica y el viento solar, entre otros.

La posición del gobierno norteamericano ha suscitado alarma mundial, porque la defensa de la vida en el planeta se pone en riesgo, y para no caer en una hecatombe ambiental toda la humanidad orientada por los gobiernos debe de ser responsable.

Sin embargo para el caso colombiano salta a la vista la hipocresía de algunas personas y organizaciones, que se rasgan las vestiduras con el anuncio de Trump, pero nunca han condenado los casi 5 millones de barriles de petróleo que ha derramado la guerrilla narco-marxista del Eln en 30 años de voladuras de oleoductos, acompañada en su faena ecocida por las Farc, tomando esas criminales acciones desde el punto de vista marxista leninista como otra forma de lucha.

A lo anterior hay que agregar que para la toma del poder y con la farsa de la rebelión, las Farc y el Eln han deforestado miles de hectáreas de bosque nativo para sembrar coca, lo cual produce un gigantesco impacto ambiental, pero para el comunismo totalitario lo que importa es el poder político sin interesar que se tengan que gobernar en un desierto o en los mismísimos infiernos, porque los seguidores del bodrio marxista son enfermizos por conquistar la burocracia estatal eternizándose en ella, creyéndose predestinados para someter y humillar al resto de mortales.

Las voladuras de los oleoductos por parte de la narco-guerrilla han causado más derrame de petróleo que lo del Golfo de México en abril de 2010 y el Exxon Valdez en Alaska en 1989, lo que nos dice a las claras que el Eln y Las Farc son grandes predadores del medio ambiente, al provocar catástrofes ecológicas de esa magnitud, porque atacando la naturaleza se realiza un crimen de lesa humanidad que desde luego afecta enormemente a la población, convirtiendo a esas bandas armadas en enemigas del planeta, ya que arruinan los ecosistemas y contaminan el agua, la flora y la fauna; sin pasar por alto que las enseñanzas marxistas seguidas por los grupos terroristas son: “ una guía para la acción” y su aplicación práctica también la podemos observar con el crimen ecológico que han producido las voladuras de los oleoductos.

En Colombia frente a la crisis ambiental se tienen criterios selectivos por parte de determinados grupos, porque se mira la paja en el ojo ajeno, pero no se mira la viga en el propio, ya que se condena con vehemencia el anuncio de Trump, pero no se conoce el repudio a las acciones terroristas ecocidas del Eln y las Farc, tal vez porque esas bandas abrazan los dogmas del marxismo-leninismo que por su carácter supersticioso con aquello del materialismo histórico y la inevitabilidad engaña a sectores ideológica y conceptualmente atrasados, que no se han atrevido a abrir los ojos, y ver lo que ha significado para la humanidad el engendro criminal y mafioso del comunismo totalitario.

Es curioso que el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro, quien se desgañita hablando del desastre ambiental y proclamando lo verde por encima del cemento, no le conozcamos un pronunciamiento contundente en contra del los ecocidios cometidos por las Farc y el Eln con las voladuras de oleoductos y la deforestación para sembrar coca, ello significaría que se le da prioridad a las conveniencias políticas antes que a las razones humanas, y que todo lo que tiene que ver con el marxismo cultural se mueve en función de atacar los valores occidentales, para derrumbar los principios en donde se fundamenta la democracia liberal.

Igual al exalcalde, el partido Verde que debería hacer honor a su nombre y que además tiene como candidata presidencial a la senadora Claudia López, no musita con respeto a las acciones antiecológicas de las guerrillas marxistas, como si hacer un pronunciamiento en ese aspecto constituyera un anatema, pero en cambio los Verdes en Colombia siguen afiliados al foro de Sao Paulo principal padrino político de la corrupción de Odebrecht en Latinoamérica con los exmandatarios brasileños Lula da Silva y Dilma Roussef, por ello habría que volver a preguntar, el partido Verde ¿cuándo se va a desafiliar del foro de Sao Paulo?

Hay que ser coherentes con la crisis ambiental que amenaza la vida en la tierra no solo rechazando el retiro de Estados Unidos del acuerdo de París, sino también condenando el terrorismo ecocida de las Farc y el Eln.

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