Aunque intento no repetir las historias de este blog, esa especie de letargo en el que vive nuestra ciudad, hace que haya historias que se repiten día a día, imágenes que pasan y pasan delante de nuestros ojos.

Como un cuento repetido, como lugares comunes; observo los huecos, los andenes rotos, los problemas de movilidad, la basura, los habitantes de la calle que deambulan entre parques y avenidas. Y veo a esos seres que luchan por llevar algo a sus hogares, en unas carretillas humanas que remplazaron a las de caballos.

Por eso, como el pesado material que cargan estos hombres y mujeres a sus espaldas, el reciclaje en lugar de hacerlos mejores seres humanos, los mantiene en una triste realidad.

Y como otros temas de la alcaldía de la Humana Ya, la loable intención del anterior burgomaestre quedó en eso, en una buena intención. Los pequeños camiones que se le entregaron a los recicladores fueron vendidos y remplazados por unas carretillas “inhumanas”.

Los políticos, y más aún los sociólogos, saben que para cambiar las costumbres, las rutinas, no basta hacerlo a la fuerza, imponiendo unos criterios y una tecnología. Por eso, hacer que las carretas de caballos se cambiaran por vehículos a motor, con llantas, aceite y gasolina, implica todo una estrategia para modificar, no solo la tecnología sino la cultura.

Y esta tarde, caminando por una vía principal, vi a un hombre rodeado de cartones, como una especie de ser de papel. Una imagen inhumana, que no se explica de ninguna manera en un mundo de la virtualidad, de las naves aeroespaciales…

Por eso creo que, así ya haya hablado de este tema antes; esta intención fallida de la Bogotá Humana ya, vale la pena “reciclar” estas ideas. Los seres humanos deben ser respetados y valorados, sin importar su preparación ni su nivel económico. No hay ciudadanos de mayor o menor nivel. Las actividades que ponen en riesgo la salud de las personas, que obligan a sobrecargar su capacidad física, a arriesgarse por el contacto con sustancias tóxicas.

Entonces considero que la labor de los recicladores debe ser valorada en su justa medida. Además del riesgo que significa tratar con los desperdicios humanos, el reciclaje se ha ido convirtiendo en una actividad que genera inmensa riqueza. Mientras los desechos biodegradables pueden ser utilizados para generar energía a través de la producción de gases combustibles, cada día se busca que los equipos tecnológicos y otros elementos no degradables se puedan reutilizar.

Por eso pienso que, como con otras actividades humanas,  se le debe dar su justo valor y medida a la riqueza que esconde la llamada “basura”. La condición del reciclador debe profesionalizarse. Organizar sus sistemas de transporte, separar los desperdicios desde la base, y como en cualquier cadena productiva sacar el inmenso valor que se esconde detrás de lo considerado como desechos.

La mirada de la ciudadanía deberá cambiar. Los millones de pesos que se ocultan en las montañas de basura deberán ser valorados. El reciclaje puede convertirse en toda una industria. Los recicladores en individuos de respeto y dignos.

Nota: Las opiniones expresadas solo comprometen a su autor y no pueden considerarse una posición oficial de Pulzo.com.

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