¡Buenas las tengan!

Acordemos todos nosotros que en este mundo (en el rebaño del señor) hay hombres buenos y malos, y por supuesto, existen mujeres buenas y malas.  Hasta acá no creo que haya discusión alguna. Es el porcentaje de cada uno de estos grupos lo que me inquieta.

Los escabrosos hechos ocurridos en semanas anteriores con la violación y  asesinato de la niña Yuliana Samboní presuntamente por Rafael Uribe Noguera no pueden dejar a nadie indiferente. El caso de de Rosa Elvira Cely o el asesinato de Luisa Fernanda Ovalle o el caso de Natalia Ponce de León  y muchos otros son prueba concreta de la sistemática violencia contra la mujer.

Por supuesto que hay mujeres que también agreden a sus esposos o parejas y muchas otras más han orquestado el asesinato de ellos. Pero no podemos negar que la realidad muestra que estos casos son mucho menores a los ocasionados por hombres. No por nada existe el término feminicidio para indicar el asesinato de una mujer por su condición sexual pero no existe un término para designar el exclusivo asesinato de un hombre por parte de una mujer.

Pero una de dos: ora los casos de agresión son en su mayoría por parte de nosotros los hombres ora se trata de una teoría de conspiración donde todos los medios de comunicación se han unido con los illuminati para documentar solo las agresiones de las que las mujeres son víctimas.

A lo largo de la historia el hombre ganó la guerra de los sexos. Lo que no puedo entender es cómo pudo hacerlo. Las mujeres nos superan en todos los aspectos. Basta tan solo con ver que las mujeres pueden hacer varias cosas a la vez (yo solo puedo hacer una). Ellas, si bien pueden ser más vulnerables al dolor, esto no les impide que continúen con su rutina diaria, son fuertes y dedicadas.

En mi caso, una simple gripa es causal, más que evidente,  para que empiece a solicitar la unción de los santos óleos. Ellas son más dadas al detalle, que al final es lo que marca la diferencia, lo que las pone un grado por encima de nosotros que no diferenciamos entre un arroz con pollo de un arroz con leche. Sin embargo ellas tienen menores salarios y un menor acceso a un empleo.

Yo era de aquellas personas que pensaba que una mujer era acosada en la calle por la forma en que se vestía. Pero la realidad es que aunque ellas se paseen por las calles en  niqab o chador, no faltará el rapsoda en una obra que exclame: ¡Uyyy¡ ricura si como camina cocina, me le como hasta el pegao.

De hecho, yo  fui víctima de acoso en el colegio. Las compañeritas de clase empezaron a decir que yo tenía buenos glúteos. De manera, que empezaron a acosarme en la clase de educación física o cuando subía las escaleras. Y si bien solo duró un par de semanas no dejó de ser algo incómodo. Ahora bien, solo puedo extrapolar ese mismo sentimiento al que las mujeres son expuestas todos los días en el transporte público y en las calles (especialmente las obras de construcción).

Cabe reflexionar sobre el papel de nosotros los hombres en una sociedad todavía anquilosada y obsoleta que desconoce el papel de la mujer por fuera de las tareas domésticas. Creemos aún que la mujer es de privativa propiedad que debe obedecer a todos nuestros propósitos (que lo diga miñia Pablo Armero).

La cosa es así, en nuestra sociedad la infidelidad es algo admitido y totalmente bien visto cuando se trata del hombre pero completamente repudiable cuando se trata de la mujer.

Hago un llamado a todos nuestros pueblos (porque es muy hispanoamericano eso de sentirse muy macho) para que cese todo tipo de discriminación, no solamente hacia las mujeres, sino también hacia otros tipos de comunidades como la indígena y la LGBTI.

Es tiempo de que este país empiece a cambiar de ideas y de dirigentes por personas de visión y pensamiento vanguardista. Personas como Viviane Morales, Alejandro Ordóñez o Edilberto Barreto no deberían representar jamás a las comunidades en cargos públicos  pues los nublan sus creencias religiosas y sus juicios a priori que son enteramente respetables pero que atentan contra el individuo y la sociedad… ¡dejémonos de vainas! ¿sí?

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