Los vehículos de todas las marcas traen mecanismos de seguridad para evitar que los ocupantes sufran daños en caso de una colisión, entre otros las bolsas de aire (airbag), los cinturones de seguridad, las barras antivuelco y las carrocerías fabricadas con materiales que absorben la energía del impacto.

Esos componentes están diseñados para que se activen o resistan el impacto si se cumplen ciertos requisitos, pues por sí solos no hacen invulnerable al vehículo, y cuando los ocupantes sufren lesiones hay que entrar a estudiar cómo sucedió el choque o cómo obraron las fuerzas de la naturaleza que dañaron el vehículo, para saber si el producto era defectuoso o no.

Muchas personas reclaman porque las bolsas de aire (airbag) no se dispararon cuando ocurrió el choque, lo cual les habría ocasionado lesiones o puso en peligro su vida, pues dan por sentado que los airbag se deben activar en todos los casos en que suceda un accidente de tránsito de cierta importancia.

Eso no siempre es así, ya que los airbag se activan dependiendo de la forma como se desacelere el vehículo por el impacto o la embestida, por donde lo chocaron o choco, y las particularidades del terreno que influyen en el accidente, lo cual establecerá el perito con base en el croquis, la declaración del conductor y los testigos, el uso de un simulador y el estado de las latas.

En Protección al Consumidor los productores tienen la obligación de garantizar que el vehículo que ponen en el mercado es de buena calidad, y por tanto los sistemas de seguridad no deben fallar, y al mismo tiempo deben asegurarse de que por el diseño y los materiales que se utilizan en la construcción de esos vehículos no se pongan en riesgo la salud y la seguridad de los consumidores.

Si los sistemas de seguridad no se activaron durante el accidente o no superaron el reto hay que establecer si fue por una falla individual del vehículo o porque los vehículos de ese modelo adolecen de un defecto que pone en riesgo a todos los consumidores que los utilicen, lo cual tiene distintas consecuencias.

En el primer caso el propietario del vehículo puede demandar al productor y al proveedor ante la Superintendencia de Industria y Comercio para que le hagan efectiva la garantía, y en el segundo caso la cosa se complica, pues si la Superintendencia se entera del riesgo que corren quienes utilicen esa clase de vehículos pueden imponer multas y tomar otras medidas muy ejemplarizantes para conjurarlo.

Por esa razón para las marcas es tan delicado el tema de las fallas de los mecanismos de seguridad, y se defienden con pies y manos para demostrar que en el accidente no se dieron las circunstancias que hacen que se active, o para demostrar que el conductor condujo el vehículo desatendiendo el aviso de que se debían revisar en el taller de servicio porque no estaban en posición anotadora.

Si la compañía de seguros paga el siniestro por pérdida total, solo queda presentar la demanda ante el Juez Civil por los perjuicios morales, con la guama de tener que demostrar a qué se debió el accidente.

 

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