El caso Álvaro Uribe vs. Daniel Samper, pese a no ser nuevo, arroja ciertas reflexiones sobre libertad de prensa, irracionalismo y derecho penal.

La injuria, delito que se atribuye a Uribe, se halla tipificado en el código penal como un hecho o insulto que ofende a una persona por atentar contra su dignidad, honor, credibilidad, pero, sobre todo, cuando el que recibe las atribuciones deshonrosas las califica de injustas.

Sin duda, el trino del senador Uribe fue desmedido, desproporcionado y desborda lo que intencionalmente quiso decir. Básicamente lo que hizo el expresidente fue caer en una figura retórica llamada perífrasis, consistente en utilizar más palabras de las necesarias para expresar una idea o un concepto.

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Daniel Samper, tras haber sido llamado “violador de niños” por Uribe, recalcó que tomaría las acciones legales pertinentes y que lo hecho por el expresidente no quedaría impune.

Detrás de esta afirmación se esconde lo que muchos colombianos piensan, que todo delito deber ser castigado.

Cuando un grupo significativo de personas pide anular garantías penales a otras incurre en una clara injusticia y reaviva el debate entre el garantismo vs. el punitivismo.

El penalista E. Zaffaroni asegura que hablar de un derecho penal garantista en un Estado de Derecho es una “grosera redundancia”.

Manifiestan seguidores de ambos espectros que no cuentan con las garantías y que incluso “temen por su vida”.

Si bien existe un derecho legítimo por parte de Samper Ospina en pretender que se corrija lo sucedido, que se culpe o que se indemnice su honra, pensaría que su posición desborda lo jurídico y nos traslada al campo de la moral.

No creo que el humorista sea un genuino artífice de la comedia, que no ofenda a nadie y menos que esto, utilice un lenguaje apropiado, ligero y de gusto.

Ahora, lo interesante es el pacto por el irracionalismo emprendido por ambos espectros. El uribismo es una muestra de la clase política irracional que merece ser denunciada por su radicalismo inoperante y por su falta de crítica. El mismo Jose Obdulio Gaviria lo describe, “El que no esté dispuesto a defender a Uribe contra la jauría, que retire su nombre como candidato del Centro Democrático”, señaló el senador para un medio periodístico.

Por otro lado, Samper Ospina -como sus defensores- haciéndose valer de una pluralidad de derechos arremeten contra sus opositores. Y lo siento, el aforismo del gobernante odia el humor, no aplica en este caso cuando el humor es selectivo.

El jurista y teórico político Carl Schmitt ya lo decía en su famosa obra ‘El Concepto de lo Político’: “la distinción propiamente política es la distinción entre el amigo y el enemigo”, la disputa entre ambos personajes ubica cada universo del discurso entre el amigo y el enemigo, es allí donde sus seguidores se vuelcan dentro del escenario político y exponen lo peor de su opositor.

Finalmente, este debate refleja una decisión constitutiva y polémica.

Señala y censura al que no toma partido frente dos personas que usan la moral a su antojo y crean un antagonismo que dialoga entre sí, para oponerse y construirse frente a otros.

Porque es allí donde se establece la arena de lo político en palabras de Schmitt, haciendo visible la relación entre amigos y enemigos que se manifiesta en una relación de hostilidad.

Por Felipe Fernández.

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