Indudablemente que el vecino país incrementaría su crisis humanitaria, que sería de incalculables consecuencias y afectaría catastróficamente a toda la región, porque Venezuela vive del crudo que le compra EE. UU., que está en el orden de 700 mil barriles diarios y representa el 93% de sus ingresos reales. La camarilla neomarxista no podría acudir a otros mercados como el de China, ya que la deuda con ese país asiático es tan gigantesca, que nuestro vecino con el petróleo que le envía paga únicamente parte de los intereses.

Otra situación que preocupa con el advenimiento de Donald Trump al poder en la primera potencia mundial es el narcotráfico, pues Colombia, al ser el primer productor mundial de cocaína, estaría en el ojo del huracán de acuerdo a lo expresado recientemente por el secretario de estado norteamericano Rex Tillerson, quien prácticamente emplazó al gobierno colombiano para que controle la producción y distribución del narcotráfico, con la preocupación que al amparo del proceso de paz con las Farc, los cultivos ilícitos se incrementaron en los últimos 6 años de 40 mil hectáreas a 200 mil, de ahí que el funcionario de EE. UU. dijo que se revisara el acuerdo de paz para saber si vale pena que el gobierno de Trump lo apoye.

También Venezuela estará en la mira del gobierno gringo por lo del narcotráfico, resaltando que a esa nación se le ha considerado como una autopista dirigida por el cartel de los soles, el cuál prácticamente maneja al régimen venezolano, siendo eso otro agravante para que el gobierno del norte decida no comprarle más petróleo a Venezuela por parte de sus empresas, además de acuerdo a la política proteccionista y nacionalista de Trump no es de extrañar que definitivamente EE. UU. busque ser autosuficiente en materia de crudos, fortaleciendo el esquisto con la tecnología fracking.

En 1999, cuando el orate de Hugo Chávez asumió el poder en Venezuela, se le estaban vendiendo a EE. UU. 1.8 millones de barriles diarios de petróleo y hoy le vende menos del 40% de esa cifra, demostrándose con toda la claridad el fracaso del socialismo del siglo XXl, al no desarrollar su aparato productivo quedándose como un país rentista y quebrado.

Como lo hemos afirmado en otras oportunidades, Latinoamérica dejó de ser vital para los intereses de EE. UU. desde hace cerca de 40 años, por la entrada de China en la economía de mercado con una flexibilización laboral que ha afectado a los trabajadores del planeta.

Entonces solo temas como el narcotráfico son trascendentales para Washington, ya que una parte de los ingresos del negocio van a parar a los bolsillos de los capos, o sus testaferros en los países productores de drogas ilícitas, convirtiéndose en lavado de activos.

De resto, en otros asuntos es pco el interés que se le pone a Latinoamérica, y eso quedó demostrado en la campaña electoral del año anterior cuando la mención a la región fue prácticamente inexistente, pero sin embargo gobiernos como el de Cuba, Bolivia y Venezuela se dan más importancia de la que tienen desafiando y haciéndole exigencias a EE. UU., alaridos que nada le van a importar a la nueva administración dirigida por Trump.

Si el nuevo presidente estadounidense cumple las promesas de campaña de reducir las importaciones de su país y abroga los tratados comerciales como el Nafta y el Transpacifico, amén de otros acuerdos, Latinoamérica la va a pasar muy mal con las exportaciones de materias primas comenzando por el petróleo, pues no solo tendrá que convivir con el muro en la frontera de México, que el actual mandatario pretende construir para evitar el paso de ilegales, sino que habrá una muralla económica que afectara de una manera significativa el desarrollo de la región.

También América Latina, en caso de que el mandatario norteamericano lleve a cabo lo anunciado, deberá revisar su papel en el concierto internacional, buscando una genuina integración, pero rechazando las posturas de las diferentes mascaradas del marxismo que conducen al fracaso y la miseria de los pueblos en casos como el socialismo del siglo XXl, por ello para enfrentar las calamidades que traería una recesión mundial si se llega a presentar, al fracasar la globalización de la economía, necesariamente hay que tener buen tino, ya que de lo contrario las repercusiones serán dramáticas, por ello desde ya el gobierno colombiano tendría que reconsiderar su política con las drogas para conservar la cercanía con EE. UU.

En cuanto al petróleo del que Colombia todavía es exportador, se deben buscar nuevas alternativas, subrayando que si el gobierno de EE. UU. reduce drásticamente las importaciones del crudo o las elimina, ello indiscutiblemente afectará enormemente las divisas de nuestro país, y para Venezuela al no comprarle más petróleo la nación del norte, dicha situación se constituirá en una hecatombe, y la hostilidad que ha utilizado hacia la superpotencia durante estos 18 años de chavismo, continuará siendo como la del perro ladrándole a la luna.

Hay que prepararse porque nuestros países tendrán que acomodarse a unas condiciones arduas y difíciles, en donde lo primero que se debe defenestrar son las prácticas neomarxistas que acrecientan el problema, además hay que ponerle demasiada atención al narcotráfico y el petróleo, entre los principales asuntos.

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