Al final de la temporada pasada (2014/15) todo eran sonrisas en la pequeña y fría ciudad de Leicester, ubicada al norte de Inglaterra. Su equipo de fútbol, el Leicester City, había logrado salvar la categoría con una increíble racha de siete triunfos en los últimos nueve partidos.

El entrenador, Nigel Pearson, y los jugadores fueron idolatrados por los hinchas y los directivos, tanto así que el dueño decidió premiarlos y se llevó a la plantilla entera de gira por Tailandia.

En territorio asiático tres jugadores, el hijo del técnico incluido, grabaron videos en el cuarto del hotel insultando a unas prostitutas. El escándalo fue rápidamente divulgado por los medios ingleses y, en una decisión ejemplar, el técnico y los tres jugadores fueron expulsados del equipo.

A pocos días de empezar la temporada las sonrisas en la ciudad de Leicester se cambiaron a caras de preocupación, ya que el equipo no tenía entrenador, para lo que se avecinaba como una temporada complicada.

Mientras esto pasaba, el técnico italiano Claudio Ranieri, había sido destituido de la selección griega y estaba sin equipo. Su rica hoja de vida y la hablidad de su manager (ha dirigido a equipos como el Chelsea, Juventus, Roma, Valencia y Mónaco) hizo que los directivos del Leicester City actuaran rápido y le ofrecieran contrato para ser el entrenador de su equipo para la siguiente temporada. En el contrato se marcó el principal objetivo, salvar al equipo del descenso.

Empezó la Liga Premier, la más competitiva del mundo, y desde las primeras fechas los ‘zorros’, el apodo del Leicester, se instalaron en los puestos más altos.

En diciembre ya eran líderes, por encima de equipos como el Arsenal, Manchester United y Manchester City, y en abril se coronaron campeones con dos fechas de anticipación. Lograron lo que es una de las hazañas más grandes en la historia del fútbol mundial. Así que la pregunta que todos nos hacemos es; ¿cómo Claudio Ranieri logró este increíble triunfo?

El italiano llegó a un equipo que ya tenía una idea de juego y unos fundamentos tácticos positivos, y a diferencia de muchos técnicos, adoptó la base de esta idea de juego y modifico exclusivamente los detalles. Con esto ahorró tiempo y se aprovechó del conocimiento táctico de un grupo de jugadores que ya sabía cómo ganar.

La solida doble línea de 4 con un punta y un media punta fue la clave del éxito para este humilde equipo. Ranieri hizo que toda su plantilla cumpliera su tarea individual a la perfección y de esta forma fue como pudo cuadrar adecuadamente los movimientos y funciones grupales, que en este momento ya son sincronizados y automáticos.

Sin embargo, donde el trabajo de Claudio tuvo más repercusión fue en la parte motivacional. Al italiano le toco coger un equipo que acababa de sufrir un escándalo mediático y lo que hizo fue crear una familia con el grupo de jugadores que se quedaron en el equipo.

Los valores de unión y compañerismo fueron la insignia de Ranieri y con eso logro que el grupo tuviera una mentalidad fuerte tanto en la victoria como en la derrota.

Antes de jugar el primer partido de la temporada el italiano le dijo a sus jugadores:

Quiero que jueguen por sus compañeros. Somos un equipo pequeño, así que tenemos que luchar con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma. No me importa el nombre del rival, Todo lo que quiero es que luchen. Si son mejores que nosotros, bueno, felicidades. Pero tienen que demostrarnos que son mejores”.

Estas palabras crearon un atmósfera fantástica en el grupo desde el primer partido.

Pero no fue solamente para el Leicester City Football Club que Claudio Ranieri hizo algo maravilloso, fue también para el mundo del fútbol. El Leicester, con el italiano como líder del equipo, nos recordó que este deporte no es solo un negocio y que el trabajo y la pasión van más allá que la plata, nos recodaron la verdadera razón por la cual amamos tanto el fútbol.

Las palabras del estratega campeón de la Premier luego de ganar su primer título importante con los ojos enlagrimados son una verdadera muestra de amor al deporte:

No hay una palabra que pueda decir o describir como me siento, lo que pasó. No hay. Es algo… mágico. Mágico”.

Así que desde todos los rincones del mundo deberíamos estar agradecido con Ranieri y sus “zorros” porque la lección de vida que dieron es una enseñanza invaluable que no deberíamos dejar pasar sin apreciarla adecudamente.

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