Con el cambiar de los tiempos es muy común que algunos hombres se dediquen a ser ‘amos de casa’, la mayoría de ellos se ven forzados por su situación de desempleo y es allí cuando la esposa asume casi que por completo el rol de proveedora mayoritaria del hogar, mientras su compañero toma las riendas de  los quehaceres diarios, otrora exclusivo rol de las mujeres.

No todos los hogares tienen la capacidad de pagar una empelada doméstica, por lo cual la alternativa en momentos críticos, en el que se ve afectada  la economía familiar, se hace necesario ahorrar cualquier peso de ingreso y sobre todo, con la frente en alto, es prioritario barrer y trapear cualquier tipo de prejuicio, engavetar el qué dirán y asimilar el hecho de ver a un ejemplar padre de familia desempleado convertido en estoico ‘amo de casa’.

Para muchas personas la inversión de los roles clásicos que siempre hemos conocido en la estructura familiar es totalmente inconcebible y convierte a estos ‘amos de casa’ en blanco de una serie de severos cuestionamientos, se les llega a tachar desde sinvergüenzas mantenidos hasta vividores inescrupulosos.

Paradójicamente, son los miembros de la misma familia los que critican y recriminan al marido, un trabajo en verdad extenuante y siempre minusvalorado, así lo desempeñe una mujer o un hombre.

Gerardo Mejía lleva 5 años desempleado, es ingeniero agrónomo, tiene dos hijos preadolescentes y desde esa época se dedica a ser un ‘amo de casa’; su jornada inicia a las 4:30 AM cuando se levanta a preparar el desayuno, mientras tanto su esposa se encarga de levantar y coordinar la ducha y arreglo de sus hijos. Ya cuando ellos están desayunando, él tiende, en tiempo maratónico, las camas y luego los lleva a todos a sus destinos de estudio y trabajo.

Al regresar termina de arreglar la casa, lavar ropa o planchar y montar el almuerzo. Por lo general, en las tardes sale a pagar facturas, hace mercado y se dedica a reparar electrodomésticos, un oficio que aprendió en su juventud y que hoy en día le sirve para ‘centavearse’ y distraerse mientras sus hijos y esposa regresan a casa cayendo la noche.

Al comienzo sus suegros se escandalizaron con el hecho de que su hija fuese quien soportara la manutención del hogar. Recuerda que, debido a que no lograba conseguir empleo, se vieron abocados a vivir una larga temporada en casa de sus padres y aunque hubo muy buena voluntad y apoyo irrestricto de su parte, sus viejos no podían disimular las incomodidades que les generaba tenerlos como huéspedes forzados en su pequeño apartamento, además de que su intimidad era casi nula al tener que compartir con sus hijos la misma habitación.

Cuando la esposa de Gerardo logró emplearse en una buena empresa, aunque el sueldo no era el esperado, volvieron a vivir independientes. Fue ella misma la que le propuso una noche que se convirtiera en un “amo de casa”.

Su nuevo rol fue un verdadero reto que él ha cumplido hasta hoy a cabalidad y se siente orgulloso de su labor. Manifiesta que nunca sintió amenazada su masculinidad por el contrario, a sus hijos les ha inculcado el deber de apoyar las labores del hogar

Ahora cada uno de ellos tiende su cama y lavan el plato en el que comen, también arreglan sus cuartos, pues conseguí un empleo formal de medio tiempo y me es difícil cumplir con todos los quehaceres como antes”.

Así como hoy en día muchas mujeres ocupan cargos y oficios que eran exclusivamente asignados a los hombres, hoy también hay oficios considerados de desempeño netamente femenino en el que algunos hombres han incursionado sin remilgos ni pizca de vergüenza, como en el caso de Gerardo, animado a sobrellevar una dura crisis económica suscitada por su prologando desempleo, embistiéndose como un destacable ‘amo de casa’.

LO ÚLTIMO