Una semana preocupante para el balompié nacional. Algunos clubes han tomado decisiones cruciales para su futuro deportivo bajo presión de unos pocos, que perdieron el respeto hasta por aquellos a quienes han llamado ídolos alguna vez.

El caso más triste se vivió en el estadio Atanasio Girardot, donde Wilson Cano —exjugador que debutó con Deportivo Independiente Medellín—, cometió el ‘crimen’ de vestir camiseta negra para ver al que fue su equipo, lo que causó la ira de algunos seguidores del ‘poderoso’, que no tuvieron reparo en forzar la interrupción del partido contra el Deportivo Cali para castigar al infractor.

Tampoco fue una semana dulce para el cuadro ‘azucarero’, que luego de perder ese partido, y repetir derrota ante Orsomarso por la Copa Águila, recibió en su sede una incómoda visita de la supuesta “ala militar” de la barra, cuyos ‘comandantes’ pidieron la cabeza de Mario Alberto Yepes. Horas después, y a pesar de conseguir un 83,33% de rendimiento como local* , el otrora ídolo verdiblanco dejó la dirección técnica del club.

Una historia similar se vivió en Bucaramanga, luego de la decisión de despedir a Hárold Rivera. En este caso no hubo un mediador en la sede del club, por lo que los vándalos plasmaron sus demandas en la fachada y las ratificaron por redes sociales: “No queremos un técnico al que los jugadores no les corran […] queremos un técnico que se haga sentir”. Pese a descartarlo en una primera instancia, el club eligió a Fernando ‘el Pecoso’ Castro.

No terminaba la semana cuando empezó a rodar por las redes sociales un video grabado por hinchas de Atlético Nacional, donde celebraban haber acorralado a un seguidor de América en La Hormiga (Putumayo), queriendo imponerle su código de vestuario: “Solo verde”.

El agredido, que lejos de intimidarse besó su escudo, corrió con mejor suerte que otro hincha escarlata, asesinado por sus colores una vez finalizó el partido América vs Nacional el pasado domingo. Lamentable.

Al momento de escribir esta columna, abundan en redes sociales amenazas a todo aquel que se acerque a El Campín sin camiseta de Millonarios. Mal llamados hinchas, tristemente, pagan sus entradas al estadio para cazar ‘infractores’ en las tribunas y dar rienda suelta a una violencia que, como sociedad, hemos sido incapaces de combatir.

¿Y la Dimayor? Pensando en quitarle puntos a los clubes. Pañitos de agua tibia.

* Dato del estadígrafo Álvaro Hincapié

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