En días pasados, un ciudadano denunció por redes sociales la aparente estafa del programa de ahorro programado Chevyplan.

Este ciudadano enfadado por el trato dado a su caso y por la impotencia, al ver que su dinero se esfumaba de su cuenta, ha impulsado la creación de este artículo con las preguntas y respuestas que usted como usuario y consumidor debe hacerse a diario.

Como dice mi abuela –“No todos son monedita de oro para caerle bien a todo el mundo”. Así funciona el área de ventas de todas las compañías que dependen de ello, en mi caso, que soy consultor financiero, puedo decir que así funcionan las entidades bancarias con su departamento comercial y las experiencias de sus clientes.

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Llevando esto al contexto ¿Qué sucede si a usted lo ha engañado su asesor o consultor comercial?

La primera reacción de nosotros los consumidores es la de buscar culpables, y ¿quién más culpable que nosotros?

El primer culpable es el consumidor, que solo piensa en suplir su necesidad y no escudriña más allá del ¿qué sucedería sí?

Esta respuesta a futuro, nos lleva a idealizar las probabilidades cuantitativas, cualitativas y calificativas del producto o servicio que deseamos adquirir, siendo esta una respuesta definitiva a la toma de la decisión al momento de compra.

Todos nos hemos llevado malas experiencias como consumidores de bienes y servicios, desde una mala comida, una mala compra de un artículo o un pésimo servicio en una entidad bancaria.

Al igual que usted estimado lector, yo también he sido víctima de un buen o mal servicio en un restaurante, en una estación de servicio, etc., y peor aún de una estafa.

Le contaré un poco de la peor estafa del sistema de transporte público, en ejemplo, para idealizar la pregunta ¿Qué tal si?

– Durante el año pasado, me encontraba buscando una forma de invertir unos recursos que me fueron asignados por una entidad bancaria, consultando varias alternativas me encontré con un amigo de infancia.

Este aparente amigo representante de una empresa de transporte especial, me abordó con un súpernegocio de $5.000.000 de pesos mensuales, tan solo por adquirir un vehículo camioneta de placas blancas (vehículos hoy en día convertidos en cajeros automáticos a nivel nacional por las autoridades de tránsito, para el beneficio particular de sus funcionarios).

Al hacer cálculos de cuotas y gastos operativos del mismo, llegué a la conclusión de que esos ingresos futuros iban a solucionar gran parte de las necesidades de mi hogar.

Estas empresas habilitadas por el Ministerio de Transporte, que bajo la permisiva autoridad del mismo Ministerio en sus leyes, decretos, resoluciones o circulares, han logrado estafar y desfalcar económicamente a miles de familias colombianas como a la mía.

En esta estafa casi piramidal, los incautos entregan dinero a las empresas habilitadas para la venta de un cupo (que en realidad es una afiliación con capacidad transportadora, ya que, la palabra cupo no existe y tampoco es regulada por el gobierno), seguros y demás documentos que deben tener estos vehículos para ser operativos.

Todo esto para solo poner un vehículo productivo en circulación y que genere ingresos a su familia.

Teniendo en cuenta lo anterior, solo hice caso a mis impulsos de un ingreso adicional para mi familia y a las palabras tan hermosas y maquilladas de mi asesor comercial, pero no le hice caso a las opiniones de mi familia.

Ninguno de nosotros acostumbramos a leer las políticas de un contrato de servicios, investigamos qué tan reales son las palabras de nuestro asesor comercial y no constatamos la información dada por el mismo.

Viene la siguiente pregunta: ¿el asesor es el culpable?

No todos los asesores, consultores o ejecutivos comerciales son los malos, pero algunos sí llegan a pensar en el beneficio económico futuro que su compra les traerá.

Este pensamiento desenfocado de algunos asesores, hace que el cliente obtenga una mala experiencia al momento de la compra y crea un cliente inconforme con la compañía, que muchas veces enfurecido por su impotencia psicológica suprimida en su mala inversión y llevada a extremos como lo sucedido con Chevyplan, llegue a las redes sociales como denuncia pública.

O sea que, conquistados, muchas veces podemos caer en las malas prácticas, siendo nuestro bolsillo la víctima directa, todo por no leer la letra menuda.

Concluyendo, no trague entero, averigüe y lea, esta práctica lo ayudará a tomar mejores decisiones y no lo dejará vivir falsas ilusiones.

Si desea una consultoría en temas financieros de inversión y de crédito, contácteme.

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