Duele. Sería una mentira no reconocer ese sentimiento. La herida ya está casi cerrada, pero la cicatriz durará toda la vida. Ver cómo su equipo de fútbol se desmorona es algo que no se le puede desear a ningún aficionado de este deporte, por más rival que sea.

Las cosas no están bien. Fue una semana agitada para Millonarios por los miles de reclamos que entonaron sus hinchas para exigir lo que por derecho les corresponde: la grandeza. Pero ya la perdieron hace mucho tiempo.

El equipo azul entró en coma en 1988. Lo de 2011 y 2012 fueron pañitos de agua tibia que a mí no me interesan. La época de ir al estadio ya pasó. No me quiero conformar con ese equipo que veo en cancha. No lo merezco, aunque lo ame.

No quiero vivir de la historia, porque el pasado en el fútbol a nadie le interesa. Prefiero el presente, y en la actualidad no hay nada. Por eso duele, más de lo que debería.

Andrés ‘Manga’ Escobar habló claro y declaró que él “no sabe por qué no traen jugadores para ganar el título”. Dijo la verdad, le llamaron la atención y tuvo que ‘rectificar’, asegurando que sus palabras habían sido “malinterpretadas”.

La hinchada lo apoyó por decir lo que todo el mundo sabe, pero a los directivos no les gustaron sus palabras. Luego apareció Nicolás Vikonis para ‘apagar el incendio’, aseguró que se estaba generando un ambiente más dramático de lo que en realidad era. Falso. El panorama de Millonarios es lamentable, así muchos lo quieran ocultar.

Los triunfos de Nacional en Libertadores, y de Santa Fe en la Suramericana, hicieron que los hinchas abrieran los ojos, más vale tarde que nunca.

Ya no somos el equipo más grande del país (desde hace años). No quiero seguir viviendo de lo que hicieron Arnoldo Iguarán, Willington Ortiz, Alejandro Brand, ‘Maravilla’ Gamboa, El ‘Caimán’ Sánchez, Juan Gilberto Funes o Alfredo Di Stéfano. Ellos ya no me interesan.

Los 6 refuerzos que llegaron este semestre no son suficientes para convencer a los hinchas de ir a El Campín, y eso se está haciendo evidente en las tribunas. Ya no se puede vivir con ese “somos la hinchada que siempre llena el estadio”. La hinchada era lo único de grandeza que le quedaba al club, pero la gente se está cansando.

El silencio debe acabarse. Hay que decir las cosas como son. Quedar eliminados de la Copa Colombia en El Campín, goleados por el Tolima (sin desmeritar a los Pijaos), es de chiste. A Millonarios nadie lo respeta, porque ya no lo merece. Hace tiempo que no es una institución organizada que busca la gloria. Lo manejan como una tienda de barrio, pero el crédito se está agotando y la paciencia ya es nula.

Esto no se va a arreglar con otro título de Liga, como sucedió en 2012. El equipo necesita un cambio radical que genere tranquilidad para todos nosotros.

LO ÚLTIMO