Una cuerda suena y parece que va a empezar un son, pero no, la cuerda se desvanece un poco más rápido, se percibe un corte casi en un infrasonido y se repite la misma nota. Así sigue el sonido hasta que entra un bombo y caja, así la mezcla se vuelve más compleja y el cerebro comienza a asimilar hacia dónde va el ritmo.

Unos ojos ven y plasman la isla como algo lejano, como un ritmo que desde afuera se ve como una felicidad veraniega exótica, pero que para algunos que ya no están allí refleja una tierra que siempre ha sido acompañada por el dolor, como un juego en el que en el tablero mundial muchos han obtenido esta pieza asediada, hasta que un día la palabra “revolución” cercó los límites y se configuró una realidad ambigua, extraña para los “otros”.

No se tiene claridad, solo creímos lo que nos dijo CNN. Pero la cosa no es esa pelea de buenos o malos, la cosa a veces tiene que ver más con quién nos cuenta la historia y con quién accede al poder, qué quiere hacer con el poder y quiénes están adentro o en el afuera.

¿Y dónde quedan los que no se resignan a que solo hay dos opciones? Muchos han escapado, muchos cuentan esas historias que a otros no les gusta escuchar, pero al mismo tiempo están esos que por fin pueden entonar un himno propio, himnos para los ciudadanos que no tienen fronteras; a eso me sabe Rxnde Akozta, a una nación en la que ya no te pueden expulsar, donde solo entran aquellos que tienen su mente en otro sitio, en un sitio que no acepta las limitaciones del borrego que por su pereza y su miedo no quiso ser libre.

El domingo 12 de marzo en el Auditorio Lumiere esperamos encontrar cientos de almas que se unan a este manifiesto en contra del totalitarismo en el que nos han sometido aquellos que se aprovecharon de una sociedad en la que la autonomía es una palabra prohibida, un acuerdo en el que todos preferimos mirar hacia otro lado y hacer de cuenta que todo esto es un simple cuento, como lo profesaba Cloaka Company, desde España, desde donde nos visita el antillano Rxnde, para una velada en la que las historias, solo dependen de los que quieran dejarse llevar por las palabras y el ritmo que ellas componen sobre la hipnosis musical que caracteriza a los grandes cocineros de pistas creadas también para danzar con hermosas rimas gamberras.

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